Último golpe…de suerte
En
los meses finales del trío, cuando las
serenatas eran ya bastante escasas, cierta
noche estaba Alberto González
descansando con la cabeza recostada sobre una mesa de El Escorial. Al
verlo dormido varios asaltantes que merodeaban por el sector, se le acercaron
con el fin de atracarle. Afortunadamente otros músicos que estaban por allí les
echaron el cuento para que dejaran tranquillo al romancero. Era la primera vez
en toda la historia del trío que
trataban de robarles esperando a sus
clientes.
En
esos días, ya casi nunca daban serenatas. Tulio Parra se había retirado del trío desde principios
del año. Jorge y Alberto seguían bajando a El Escorial, y allí permanecían
fielmente esperando toda la noche sin que apareciera ningún interesado en
contratarlos. Solos habían empezado en 1945 y solos estaban terminando en 1981.
Alberto volvía caminando a su hogar, pues ya no ganaban ni para pagar el taxi.
Una de las últimas noches, de regreso a su casa, al pasar el puente de la Calle
Colombia, sintió que una gran piedra
rozó su cabeza. Algún escondido atracador trató de tirarlo al suelo con la
pedrada pretendiendo robarle lo que no llevaba. Aceleró el paso, y un poco más
adelante se encontró en la acera un billete de quinientos pesos. Esto era algo
de dinero en ese año de 1981. Llegó a su
casa un poco frustrado, tras otra noche más en blanco. No sabía en ese momento
que esos pesos que se encontró fueron lo último que recibió como romancero.