sábado, 25 de octubre de 2014

UNA SERENATA DE LA "MACUA"

Ya en la década de los setentas una noche  Alberto esperaba afuera del restaurante El Escorial la llegada de algún cliente. Mientras tanto Tulio Parra y Jorge  Valle estaban adentro sentados en una de las mesas. Apareció de pronto un hombre manejando una motocicleta pequeña, y  con mucha pericia y delicadeza se bajó de ella, ahí en toda la puerta del restaurante. Este era un cliente muy particular, que les planteó a Los Romanceros una situación excepcional que no se les había presentado en los más de treinta años de vida artística del trío. Nunca antes Los Romanceros le habían llevado serenata a un hombre, y mucho menos si el cliente era hombre también.

La Macuá era un ganadero de la ciudad de Medellín muy aficionado, entre otras cosas, a las corridas de toros y al buen vestir. Después de explicarles de qué se trataba, Los  Romanceros salieron con él rumbo a  la casa del novio. Cuando llegaron a la vivienda de su amado, se abrió la puerta y salió un joven acompañado de su madre. Esa noche cantaron todas las canciones típicas de una serenata que se lleva a la novia querida, sólo que aquí se trataba del novio querido. A pesar de lo novedoso del acontecimiento, para el trío todo salió a las mil maravillas. De allí La Macuá llevó el trío a dar otra serenata. Esta era para su mamá de crianza. Fue muy triste lo que allí sucedió. El ganadero, recostado sobre su nana,  lloraba todo el tiempo y ella cariñosamente no cesaba de consolarlo. Todo fueron quejas, dolor, lamentos, lágrimas. ” En la familia no me quieren porque soy así;  me botaron de la casa, me botaron de la casa…”. Insistía en lo mismo una y otra vez. Con gran tristeza abandonaron el lugar Los Romanceros.


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