En
el año 1951 existía en la Voz de Antioquia una radionovela titulada “Frutos de
mi tierra”. Se basaba en la novela costumbrista con el mismo nombre del gran
escritor antioqueño Tomás Carrasquilla. El periodista Ignacio Isaza hacía los
libretos. Allí se presentaban regularmente Los Romanceros. Todos los días
interpretaban en vivo la introducción del programa y además en una especie de
intermedio que tenía la radionovela, el trío tocaba otras dos piezas. Algunas
veces a Alberto González le tocó silbar, simulando el canto de los pájaros, que
se suponía llenaban ese ambiente campesino.
Con
la fama del programa “Frutos de mi
tierra” a cuestas, el trío viajó en una ocasión
con Ignacio Isaza al municipio de Titiribí, en compañía del humorista
Guillermo Zuluaga, Montecristo. Tenían contrato para presentarse en el teatro
de la población. Antes de seguir con la historia debe mencionarse que meses
antes, una noche en que el trío actuaba en el club Campestre, les ofrecieron
licor a los músicos. Al pasarle el vaso a Esnoraldo Gil, que era en ese momento
el tercer componente del trío, éste lo rechazó diciendo que él no tomaba trago.
El mesero le preguntó: “ah, ¿usted es abstemio?” Y con la ingenuidad más grande
el músico le respondió, no, yo soy Esnoraldo.
Parece
un chiste, pero no lo fue. “El que cuenta esto es uno que lo vio, y dice la
verdad; él sabe que dice la verdad, para que ustedes también crean” (Juan
19.35)
Bueno,
ahora sí regresemos al viaje a Titiribí. Un vecino de Alberto González, Don
Vidal Posada que conocía bien ese pueblo, apenas oyó que el trío iba para allá
le dijo a Alberto que tuviera mucho cuidado con las brujas, porque en Titiribí
sí que abundaban. Luego de la exitosa presentación en el teatro pueblerino
salieron Los Romanceros un rato por las calles a conocer el ambiente. Había
varias muchachas interesadas en acercarse a ellos, con cierto fin non santo.
Tal vez, pensando que sus queridas esposas estaban en Medellín confiando en
ellos, los tres romanceros se fueron derechito al hotel a descansar de tanto
trajín como habían tenido.
Estaban
ya acostados los músicos cuando de pronto Alberto se queja de una fuerte
opresión en el pecho y abdomen; lo tranquilizaron sus dos compañeros diciéndole
que como se había tomado unos tragos, estaba sintiéndose algo raro. Al poco
tiempo sucede lo mismo con Jorge Valle. Una fuerte opresión como si alguien
estuviera encima de él. Esnoraldo les dice, que como Jorge también tenía sus
tragos le estaba pasando lo mismo que a Alberto. Remató Esnoraldo afirmando,
que como él no tomó, porque nunca tomaba, ya vimos que era abstemio, a él no le
iba a pasar nada de eso. Y he aquí, que
sucedió algo realmente extraño. Esnoraldo empezó a sentir la misma opresión que
sus compañeros, alguien estaba encima de él. Y esta vez no valía el argumento
etílico para explicar ese fenómeno tan anormal. En ese momento a Alberto se le
vinieron a la mente las palabras de Don Vidal sobre las brujas de Titiribí, y
recordó a las muchachas que estuvieron detrás de ellos, para estar “encima de
ellos”.
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