Una
madrugada, luego de haber trabajado toda la noche en un club de la ciudad, Los Romanceros se fueron al Bar Andaluz, a
descansar y tomarse unos aguardientes. Enrique Aguilar es un hombre de gran
estatura, altísimo. Esa noche estaban los tres sentados alrededor de una mesa
del bar y Enrique, como era su costumbre, tenía las piernas bien estiradas por
debajo de la mesa, de modo que su cuerpo no sobresalía mucho del nivel de la
mesa, y parecía así un hombre de estatura completamente normal. Un borracho
empezó a molestarlos, como molestan los borrachos. Los insultaba, se iba, regresaba, decía incoherencias y al fin, llegó a amenazarlos. Insistía e insistía en sus
amenazas, hasta que Enrique, poco a poco empezó a desenrollarse y a pararse de
su asiento. A medida que lo hacía, el beodo empezó a darse cuenta de la estatura de su rival y cuando el músico se
le paró enfrente todo erguido, el valiente borrachito se sorprendió y salió de
allí todo calladito.
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