sábado, 22 de febrero de 2014

DOÑA SOFIA OSPINA DE NAVARRO

La Navarra, así se llamaba la finca que por los lados de Itagüí tenía la familia Navarro Ospina. 

Doña Sofía Ospina de Navarro era entre otras cosas, periodista y escritora de cuentos costumbristas y de asuntos domésticos, como la culinaria y la etiqueta. Esta  hermana del presidente Mariano Ospina Pérez, se distinguió en Medellín como la fundadora y animadora de varias organizaciones de caridad. 

Un cierto día “El colorao”, el empleado del club Campestre, llamó a uno de los integrantes de Los Romanceros para pedirle, que estuvieran listos a una cierta hora de ese día, porque un carro los iba a recoger. Doña Sofía Ospina tenía programado lo que en ese entonces se llamaba, un te-canasta. Ella quería que el trío le amenizara ese encuentro con sus amigas. Un té-canasta era un evento en donde, mientras se jugaba a las cartas, se degustaba un delicioso té  con parvita caliente. Bueno, hasta La Navarra llegaron los Romanceros y estuvieron unas tres horas acompañando con sus canciones a las señoras. La reunión resultó sin embargo, muy poco clásica. En lugar de cartas, toda la tarde se jugó a los dados, y en vez del té parviadito, lo que se consumió fue aguardiente. La dama que ganaba un lance inmediatamente le pedía una canción al trío. Al finalizar la tarde, uno de los hijos de doña Sofía, Alvaro Ospina Navarro le dijo a Alberto González, “páseme la cuenta”. 

Así  terminó aquella velada de golpes de dado y tufillo de anís.

CARLOS J. ECHAVARRIA

Carlos J Echavarría fue el símbolo del empresario antioqueño emprendedor  de  mediados del siglo XX. Era nieto de Alejandro Echavarría quien en 1907 había fundado la empresa Coltejer, y en 1916 el mayor hospital del Departamento, como lo es el San Vicente de Paúl. Desde 1940 hasta 1961 Carlos J. Echavarría fue presidente de Coltejer, la principal y más grande empresa de Antioquia, y una de las más importantes del país.

Era Don Carlos J. de estatura regular, un poco robusto, de entradas algo prominentes en su cabellera y en lo personal, muy metódico y disciplinado. En las reuniones y fiestas en el club Campestre permanecía siempre con un vaso de licor en la mano, pero en toda la noche no se tomaba más de dos o tres whiskys. Nunca se le vio descompuesto o ebrio. Ya desde mediados de los años cuarentas Los Romanceros era el trío de  su confianza. Cuando en 1948 el Presidente de la República Mariano Ospina Pérez vino a Medellín, luego de los eventos trágicos del 9 de abril de ese mismo año, asistió a una reunión que se celebró en la residencia de Carlos J. situada en el Parque de Bolívar. En esta edificación queda hoy la hermosa sede de la Casa de Funerales La Piedad. Ante la inquietud manifestada por el presidente Ospina sobre las condiciones de seguridad de la casa, y de la calidad de las personas que asistirían al evento, el anfitrión le explicó que todo estaba muy controlado, y sobre el trío le dijo: “Los Romanceros, son mis músicos”.

Carlos J. Echavarría era muy antioqueño en su lenguaje. En las reuniones le pedía con frecuencia al trío que le interpretaran el tango-bolero titulado “Pecado”, y lo hacía diciéndoles así: “Muchachos, pecao “, al tiempo que levantaba un poco la mano derecha, donde llevaba su vaso de whisky.  Esta canción empieza así:

«Yo no sé si este amor es pecado, / si tiene castigo. / Si es faltar a las leyes honradas del hombre y de Dios, / Es más fuerte que yo,... / que mi vida, mi credo y mi sino, / es más fuerte que el miedo a la muerte / y el temor de Dios. / Aunque sea pecado te quiero, / te quiero lo mismo.»

En ocasiones Los Romanceros permanecían en el club Campestre muchas horas. Terminaban algunas veces a las cinco o seis de la mañana después de haber estado cantando desde las ocho o nueve de la noche. Más de una vez cuando apenas acababan de llegar a sus casas, llamaba “El colorao”, que era el empleado del club encargado de localizarlos, para pedirles que regresaran, que algunos clientes querían quedarse más tiempo allí y los requerían a ellos. A veces se daban un baño a la carrera y volvían al club a las ocho de la mañana. Otras, debido al  cansancio extremo, no eran capaces de regresar; dormían todo el día.

María Elena Echavarría Duarte, la única hija de Carlos J., era novia de Francisco Robles Echavarría, quien con el tiempo llegó a ser un gran publicista en el país. A él lo llamaban cariñosamente Pacho Robles, pero él pedía, casi exigía, que le dijeran “Pachito”. Pachito, llamémosle así por gentileza,  contrató una noche al trío para llevarle una serenata a su amada. La familia Echavarría pasaba esos días en su finca “Los naranjos” en El Poblado. Luego de interpretar las primeras canciones se abrió la puerta de la casa, y entraron Pachito y los músicos. Don Carlos J. con una bata de dormir muy bien puesta, saludó a los componentes del trío con un grave pero amable, “Buenos días muchachos”, y luego señalando a su futuro yerno, agregó entre lastimero y satisfecho,  “Este hombre no nos deja dormir”. A continuación les ofreció a cada uno de los presentes un whiskicito.  Esa no fue la única serenata que le llevó Francisco Robles a su novia con Los Romanceros. Varios años después, Doña María Elena Echavarría de Robles decía que le debía su matrimonio al trío, porque su novio la enamoró  “a punta de Romanceros”.

Cierto día del año 1947 llamó “El colorao” a Los Romanceros avisándoles que a las 11:30 de la mañana debían estar en la casa de Don Carlos J. en el Parque de Bolívar, para  que animaran un almuerzo que el empresario iba a ofrecer a varios de sus amigos. Todo estaba muy bien dispuesto, manteles blancos relucientes, meseros enguantados, y demás.

Luego de una tanda de canciones el trío se tomó un descanso. Alberto González aprovechó para acercarse a un canario enjaulado que había en el patio principal. Empezó a silbarle, y el pajarito a contestarle. Así estuvo él un buen rato, absorto cantando a dueto con el ave. Se acercó a la jaula el joven Carlos Alberto Echavarría, uno de los hijos de Carlos J., y al ver esa escena empezó a conversar con Alberto sobre el canto de los pájaros, y de paso elogió no sólo el canto del canarito alemán que le habían traído de regalo, sino también el silbar de Alberto. Este le dijo que desde niño en Barranquilla había aprendido a silbar como pájaro, por haber vivido en un ambiente campestre. En efecto, Alberto tenía muy buenas habilidades de silbador. En la canción titulada “Tierra antioqueña”, que grabó el trío a mediados de los años cincuentas, se escucha claramente la buena imitación que hacía del canto de los pájaros.

El joven Echavarría le pidió a Alberto que volviera al día siguiente porque quería mostrarle algo. Así lo hizo el cantante, y se sorprendió porque el muchacho le tenía de regalo una cría del canario alemán, con su jaula y su huesito de calcio. Alberto vivía con su familia y con la de Jorge Valle, en una pensión en la calle Maturín en el centro de la ciudad. Hasta allí llevó Alberto el regalo que había recibido, les presentó a todos, el nuevo miembro de la familia, y muy orgulloso colgó la jaulita de una de las ventanas de la pensión. Después de cincuenta y siete años, ese pajarito todavía vive, pero ya  no más enjaulado. Alberto, aún recuerda e imita exactamente su lindo cantar.

En  algunas ocasiones a Los Romanceros le tocaba trabajar durante las fiestas decembrinas. Unas veces  lo hacían donde Carlos J. Echavarría, y  otras en el club Campestre. Allí se quedaban hasta tarde en la noche, y llegaban a sus casas cuando ya había transcurrido, o estaba por terminar, la celebración familiar.  En cierto sentido, la ausencia en esa importante fecha se compensaba cuando al día siguiente, ya pasada la fiesta, en la familia de los músicos, en medio de la sorpresa general, se desempacaban y  elevaban unos grandes y  hermosos globos de papel de seda. Los niños se entretenían jugando en silencio, porque el que había trasnochado aún dormía, con un lindo invento que no conocían: tiraban, enrollaban de nuevo y volvían a tirar, esas  finas y coloridas cintitas de papel que habían quedado de la celebración en el elegante club, y hasta se probaba alguna caja de la exquisita comida que se sirvió la noche anterior en aquella lejana fiesta. Todos esos regalos los traían de los festejos para disfrutarlos, aunque algo tardíamente, con  sus familias.

BAILES, REUNIONES Y BALADAS

Principalmente en los años finales de la década de los cuarentas, y durante toda la de los cincuentas Los Romanceros animaron muchas reuniones familiares y sociales que se celebraban en residencias particulares, fincas y clubes sociales. 

Entre sus clientes de esos días estaban Carlos J. Echavarría Misas, y sus hermanos Jorge y Germán, Jesús Mora y sus hijos Alfonso y Alfredo Mora de la Hoz, los hermanos Uribe de Almacenes Valher, las familias Hernández Ospina y Navarro Ospina, los hermanos Arriola del Valle, el médico Jorge Henao Posada, los hermanos Jairo y Jaime Moreno del hotel Nutibara, Oscar Echavarría Misas de la fábrica Pepalfa, William Gil Sánchez de la cadena radial Caracol  y muchos otros más.


ORGANIZACION DE LOS MUSICOS Y CANTANTES

A finales de los años cuarentas se presentó un conflicto entre algunos músicos y la estación de la radiodifusora. En ese momento estaba William Gil Sánchez en la dirección de la emisora. El sindicato de músicos y cantantes, en cabeza de su presidente el “Indio Pérez”, decretó un paro total; estaba completamente prohibido actuar allí. El trío Los Romanceros se presentaba frecuentemente en esa radiodifusora, y como ellos estaban afiliados al sindicato, resolvieron acogerse a la orden. En esos años el profesor, pianista y director operático Pietro Mascheroni, era el director de la orquesta de planta de la emisora. Hay que recordar que en esa época las principales estaciones del país tenían su propia orquesta, y presentaban diariamente programas musicales en vivo. El maestro Mascheroni, le aconsejó al trío que no le hicieran caso a lo que mandaba el sindicato, por que él ya sabía cómo se manipulaban esos asuntos. A pesar de este consejo, Los Romanceros decidieron suspender sus actuaciones.

Cuando el paro era casi total, una tarde pasaban Jorge Valle y Alberto González por los estudios de la emisora, y con muchísima extrañeza observaron que ingresaba allí, un conjunto de músicos de una estudiantina, dirigidos nada menos que por…el “Indio Pérez”. Los dos componentes del trío se le acercaron afanadamente a Pérez y le preguntaron que por qué iba a actuar, sabiendo que él mismo había dado la orden de paro. El, con mucha calma, se pasó la mano por la cabeza, quitándose su pelo lacio de la frente, y les dijo: “Es que yo soy muy hijueputa”, y siguió hacia adentro. Jorge y Alberto, sacaron de sus billeteras el carné del sindicato, y allí mismo los rompieron. Nunca más volvieron a participar en este tipo de agremiaciones.

 Algunos años más tarde se fundó el Centro Artístico Musical Cooperativo, Camc, y Los Romanceros entraron a él muy animadamente. Se consiguió una sede para el Centro que funcionaba en la carrera Palacé, entre las calles Colombia y Ayacucho. Allí se ofrecían espectáculos musicales, se tenía servicio de bar y restaurante, y el local servía de sitio de encuentro de los músicos con sus clientes. Jorge Valle como uno de los fundadores del Camc, tenía la idea de agrupar a los músicos de Medellín, para que ellos tuvieran más fuerza en las contrataciones,  y se hicieran valorar y respetar como profesionales de la música. Él había conocido cómo funcionaban los sindicatos de músicos en Méjico, y quería hacer algo similar en Antioquia. Lamentablemente, las cosas no salieron como él lo deseaba. La mayor parte de los músicos asociados a la cooperativa no estuvo a la altura del nuevo reto que se les planteó. Pensaron que el Centro era una cantina más; llegaban allí a emborracharse y a querer firmar vales de consumo, a diestra y siniestra.

Apreciando lo que ocurre ahora en los primeros años del siglo XXI con los músicos en Colombia, se observa que todavía no se ha dignificado esa profesión en el país. A manera de ejemplo, existe un programa de televisión en un canal  local y periódicamente se presentan varios conjuntos románticos en diferentes poblaciones del departamento. Hasta aquí todo normal. Pero la gran tristeza, el gran dolor es que, a pesar de que por publicidad se recoge cada semana muy buena cantidad de dinero, muchos millones de pesos, a los músicos, que son los verdaderos protagonistas del programa, no se les paga nada, absolutamente nada. Parece increíble. Pero así es. Repito: no se les paga nada, absolutamente nada. Y lo peor de todo: existen listas en las que están anotados los duetos y tríos que están esperando el turno para que los llamen a actuar gratis.

Otro ejemplo similar ocurre con un programa en la televisión nacional, que está en el aire desde hace muchísimos años. Cada semana el director del programa lleva su elenco a diferentes partes de Colombia, y celebra unos conciertos monumentales a los que asisten muchos miles de personas, y en los que se vende publicidad por cientos de millones de pesos. Hasta aquí todo muy claro. Pero otra vez, lo mismo. A los músicos, los verdaderos protagonistas, se les aloja y alimenta en hoteles de segunda categoría, mientras que en el presupuesto de la empresa, aparece como si se les estuviera dando un tratamiento de primera categoría. ¿Quién se queda con esa diferencia?

A propósito, esta situación de injusticia que viven los músicos en Colombia, fue el principal motivo para que Los Romanceros prácticamente nunca se hubieran presentado en la televisión. En una ocasión, en los años sesentas, los llamó  de Bogotá el animador chileno Alejandro “Michel Talento” que era el director del programa  musical “Gran Sábado Gran”. Quería que el trío actuara en su programa. Cuando Alberto le preguntó que cuánto dinero les pagarían por la función, él casi indignado, les respondió que el pago era que en todo Colombia los iban a observar,  y que eso les serviría de propaganda para hacerse conocer. Era la época en que Los Romanceros daban unas cinco serenatas diariamente, y de verdad, no necesitaban que alguien más los conociera. Obviamente no hubo viaje a Bogotá.


 En otra ocasión, alrededor del año 1978, vino personalmente a Medellín el músico Jimmy Salcedo, director del programa de variedades llamado “El Show de Jimmy”. Se presentó con una propuesta muy similar a la que años atrás les había hecho el presentador chileno. Se podría resumir, en que les daban los pasajes y la oportunidad de hacerse conocer. Tampoco hubo viaje a la capital. La única vez que sí aparecieron en la televisión fue cuando Hernán Castrillón Restrepo, que había sido primero presentador de un noticiero, y luego director de un programa llamado “Protagonista el hombre”, filmó en Medellín al trío cuando estaba dando una serenata. Se trataba de un reportaje sobre la costumbre de las serenatas en el país; nada más apropiado para ilustrarlo, que mostrar cómo se daba una serenata en esta ciudad.


domingo, 9 de febrero de 2014

BLUMEN

Manuel Ruiz, conocido artísticamente como Blumen, fue un músico antioqueño que además de compositor, tocaba muy bien el tiple. A principios de los años sesentas, él se encontraba recluido en el Hospital La María de Medellín, una clínica para enfermos  tuberculosos. Se organizó una visita al hospital, para acompañar a Blumen y mostrarle solidaridad, no sólo a él, sino a todos los demás pacientes allí internados. En esos días se encontraba en la ciudad el famoso compositor mejicano Gilberto Urquiza. Él fue creador de célebres boleros, entre los que se destaca el titulado “Tonterías”. Esta hermosa canción dice así en sus primeras líneas:
 Mentira que te alejas/ no es cierto que te vas/ si dices que me dejas/ es que me quieres más/.


 Bueno, fueron encargados de visitar a los tuberculosos además del compositor mejicano, el maestro Luis Uribe Bueno quien lo acompañaría al violín y el trío Los Romanceros.


En ese entonces, y aún hoy en día, se tenía mucho miedo por el contagio de la enfermedad pulmonar. Se consideraba un riesgo muy grande visitar a un tuberculoso; casi se le consideraba semejante a un leproso. De allí que los músicos tomaron con mucho recelo el tener que ir a ese hospital de tuberculosos.


Uno de los médicos del hospital tranquilizó a los que iban a hacer la visita informándoles que si tomaban una buena comida, acompañada de algunos vasos de leche antes de entrar a la clínica, podrían estar seguros de que no contraerían la enfermedad. Así lo hicieron con cierta prevención,  y en efecto, toda la tarde de ese día estuvieron cantando, no de mesa en mesa como lo acostumbraban en fiestas y reuniones, sino de cama en cama. Manuel Ruiz se sintió muy emocionado por el homenaje que se le rindió, allí en medio de sus compañeros de penurias.

 Al regresar  Alberto, la primera voz del trío a su casa, nadie se  acercó a saludarlo. Inmediatamente puso a lavar la ropa que traía puesta, se dio un baño completo, y siguió tomando abundante leche en los días siguientes, como para reforzar el tratamiento. Talvez eso mismo hicieron sus compañeros de trío.


Pocos meses después salió Blumen del hospital,”gordo y colorado”, por lo menos eso dijeron varios de sus compañeros músicos. En el año 1964, teniendo 73 años de edad, falleció este artista luego de haber recaído de su enfermedad pulmonar. Cuando salió del Hospital La María, se le veía, con una manguerita aspirando los vapores de gasolina de los carros que encontraba parqueados. Volvió a incurrir  en su antiguo vicio y esta vez, sus pulmones no resistieron.

LOS BOCHEROS

Los Bocheros fue un célebre quinteto vasco, que en las décadas de los cuarentas y cincuentas se consagró interpretando canciones populares españolas, además de pasodobles y boleros latinoamericanos. 

Este conjunto se presentó a principios de los años cincuentas en Medellín en el Teatro Junín, situado donde ahora queda el edificio Coltejer.  Antes de empezar  la función al conjunto español se le dañó una de las guitarras. Alguien les recomendó que localizaran a Jorge Valle que tenía una  guitarra de mucha calidad. La guitarra que siempre usó Jorge Valle en Medellín la había traído desde Cartagena. Era de una madera blanquecina llamada “ojo de garza” y fue hecha en esa ciudad por el fabricante de guitarras Caraballo. Era un instrumento grande que producía un sonido muy especial. 

A pesar de que Los Bocheros quedaron muy agradecidos con el préstamo de la guitarra, Jorge no quedó muy satisfecho, ya que se la devolvieron muy maltratada.


JUAN LEGIDO

En una reunión que  animó el trío, en la residencia de la familia Arriola en el barrio Prado, estaba presente  también el famosísimo cantante español Juan Legido,  llamado “El gitano señorón” e intérprete, entre otros éxitos de “Doce cascabeles”, “El beso” y “El gitano señorón”. Cuenta Alberto González que Juan Legido no bebía mientras estuviera trabajando. Cuando en la reunión que animó para la familia Arriola, le ofrecieron licor, él levantando la voz y dirigiéndose a su anfitrión le dijo: “Te piio  que lo que me vaijadá en trago, me lo deij en plata”.


ANDRES HUESCA Y SUS COSTEÑOS

Andrés Huesca  nació en el puerto mejicano de Veracruz en 1917. 

Desde finales de los años treinta, y hasta su muerte en 1957, fue reconocido como el mejor intérprete del   llamado son jarocho. Este ritmo nació como una mezcla de algunas músicas del sur de España y de ciertas cadencias afro mestizas que se habían desarrollado en la costa atlántica mejicana. 

Para ilustrar de una vez  cómo es el son jarocho, no es sino recordar esa famosísima canción titulada “La bamba” y que empieza así:
Para bailar la bamba/ para bailar la bamba/ se necesita/ una poco de gracia/ una  poco de gracia/ y otra cosita/…

Bueno, este es un típico son jarocho. Fue tan grande el auge que llegó a tener  Andrés Huesca que su conjunto, llamado “Andrés Huesca y sus costeños”, tenía dos agrupaciones con el mismo nombre que se dedicaban a cumplir con los diferentes compromisos que surgían. Además, con su conjunto participó en unas seis películas de largometraje, entre ellas la célebre “Allá en el Rancho Grande”, filmada en 1936. Para mostrar la categoría que alcanzó este músico mejicano, basta mencionar que en un álbum publicado recientemente, en la lista de las cuarenta canciones incluidas en él, aparecen dos de sus canciones, al lado de las de otros  intérpretes como Tito Guizar, Genaro Salinas, Miguel Aceves Mejía, José Alfredo Jiménez, El Mariachi Vargas, Jorge Negrete,  Luis Aguilar y Pedro Vargas.

En el año de 1951 Andrés Huesca y sus costeños se presentaron en el club Unión de Medellín; ese mismo día actuaron también Los Romanceros. Huesca y Jorge Valle se habían conocido hacía más de diez años en Ciudad de Méjico. Ahora que se reencontraban en Medellín, los dos músicos se saludaron muy efusivamente. Luego de las presentaciones de esa noche el músico mejicano le propuso abiertamente a Jorge que se fuera con él para Méjico. Pero Jorge ya estaba muy convencido de que no sólo su presente, sino también su futuro estaban en Medellín.

 Ya en otra ocasión le habían ofrecido a Jorge Valle la oportunidad de regresar a Méjico. En abril del año 1950, llegó a la casa de Alberto González, situada en la llamada “Plazuela Elis”, en el barrio La Mansión de Medellín, el músico Marco Aurelio Candia que había trabajado en otra época en Méjico. Llegó preguntando por Jorge Valle, que era vecino de Alberto en el mismo barrio. Candia le contó a Alberto que había conocido a Jorge en Méjico actuando con el trío Calaveras y que tenía muy buenas referencias de lo que estaba haciendo el trío Los Romanceros en Medellín. Fueron a hablar con Jorge Valle, y Candia les propuso a Jorge y Alberto que se unieran a él y se fueran para Méjico. La respuesta de Jorge, fue la misma que le daría un año después a Andrés Huesca: “En Medellín estamos muy bien; aquí nos quedamos”.

Bueno, volviendo a la presentación de “Huesca y sus costeños” en el club Unión, esa noche el músico mejicano quería tomarse unos tragos de tequila. Como no lo  tenían en ese momento, Jorge le recomendó que probara el aguardiente antioqueño. Huesca casi despectivamente, le contestó que él estaba acostumbrado a los licores fuertes como el tequila de su país. Jorge insistió en el aguardiente, y cuando finalmente Huesca lo probó, tomándose un trago doble, por poco  no puede hablar de lo cortada que tenía la respiración. Lo único que logró decir casi sin aliento fue, “Está muy bueeeno”.


Del encuentro de esa noche en el club Unión queda una fotografía; en ella aparecen Los Romanceros en compañía del conjunto de Andrés Huesca. Jorge Valle y Esnoraldo Gil, dos de los componentes del trío llevan vestido gris, mientras que Alberto está con uno azul oscuro. Él cantante, por un descuido, se equivocó de uniforme y llevó otro en lugar del gris que iba a utilizar el trío en esa actuación. Obviamente cuando  llegó al club desentonó con el traje de sus dos compañeros. Jorge Valle, que era el director del trío le llamó la atención por esa falta. ”En el trío había mucha disciplina”, comenta al cabo de los años, Alberto.

4-HISTORIAS DE LOS ROMANCEROS CON OTROS ARTISTAS

Con otros artistas

Trío Los Panchos, Jhonny Albino y su trío San Juan

El trío mejicano Los Panchos, considerado con razón el mejor del mundo en su época de oro, estuvo de gira por Colombia a principios de los años cincuentas bajo el patrocinio de Cereales Coro. Los tres integrantes Chucho Navarro, Alfredo Gil y Hernando Avilés habían logrado un acoplamiento de voces y un acompañamiento de guitarras tan exquisito, que prácticamente todo lo que interpretaban se convertía en una obra maestra. A donde llegaban eran recibidos por multitudes que salían a recibirlos y a despedirlos en medio de desfiles y caravanas,  como los que se acostumbran para rendir homenaje a políticos y deportistas famosos, pero que nunca se había visto, ni se volverá a ver, para los componentes de un trío. Ciertamente, todo un fenómeno.

Contaba a Los Romanceros el encargado de presentar Los Panchos en los distintos escenarios a los que acudían que el director del trío, Chucho Navarro, tomaba demasiado licor y que muchas veces tenían que bañarlo con agua fría con el fin de que pudiera estar listo a la hora de las actuaciones. Además, Alfredo Gil tenía un temperamento muy agrio, era muy conflictivo. Esto producía mucha molestia al puertorriqueño Hernando Avilés, que era una persona muy recta y disciplinada. Estas  discrepancias produjeron poco tiempo después la salida de Avilés del trío y con ello se terminó la época de oro de este famoso conjunto. Avilés había ingresado al trío en el año 1944 y se retiró en 1951.

En Medellín se presentaron en el año 1950 en el radioteatro de la Voz de Antioquia. Interpretaron varios de sus grandes éxitos como “Sin ti”, “No me quieras tanto”, “Caminemos”, “Rayito de luna”, “No trates de mentir”, “Amorcito corazón”, “Un siglo de ausencia”, “Una copa más”, “Sin un amor”. Esa noche el público no podía creer que estuviera escuchando todas aquellas inmortales melodías en la voz del mejor trío del mundo. Los Romanceros fueron contratados para que cantaran un par de canciones en el intermedio de la actuación de Los Panchos. El trío colombiano se sintió casi intimidado de actuar al lado de tan grandes intérpretes. Una de las piezas que tocaron fue “Tierra Antioqueña” compuesta por el maestro Lucho Bermúdez. Los integrantes del conjunto mejicano los felicitaron muy efusivamente y se mostraron sorprendidos por la calidad de la interpretación. Chucho Navarro dijo textualmente: 

“¿Para qué nos invitan teniendo ustedes aquí un trío de esta categoría?”.

El trío San Juan de Jhonny Albino fue uno de los más famosos en toda América en las décadas de los años cincuentas y sesentas. Este conjunto puertorriqueño fue fundado en Nueva York en 1944 y tocaba no sólo boleros sino también guarachas, pasodobles y otros ritmos. Una de sus canciones más exitosas fue sin lugar a dudas el bolero titulado “Cosas como tú”. En el año 1951  este trío, cuando estaba en su máximo apogeo, fue traído a Medellín por  William Gil Sánchez. Éste señor fue uno de los  fundadores de la cadena de radio Caracol en 1949 en Medellín y padre de la que unos años después, sería reina de la belleza colombiana Doris Gil Santamaría. En una fiesta celebrada en una finca del entonces no tan poblado, barrio El Poblado de Medellín, alternaron Los Romanceros con el famoso trío extranjero. Durante la fiesta y en los días siguientes se mostraron muy amables los músicos borinqueños con el trío colombiano.