domingo, 9 de febrero de 2014

ANDRES HUESCA Y SUS COSTEÑOS

Andrés Huesca  nació en el puerto mejicano de Veracruz en 1917. 

Desde finales de los años treinta, y hasta su muerte en 1957, fue reconocido como el mejor intérprete del   llamado son jarocho. Este ritmo nació como una mezcla de algunas músicas del sur de España y de ciertas cadencias afro mestizas que se habían desarrollado en la costa atlántica mejicana. 

Para ilustrar de una vez  cómo es el son jarocho, no es sino recordar esa famosísima canción titulada “La bamba” y que empieza así:
Para bailar la bamba/ para bailar la bamba/ se necesita/ una poco de gracia/ una  poco de gracia/ y otra cosita/…

Bueno, este es un típico son jarocho. Fue tan grande el auge que llegó a tener  Andrés Huesca que su conjunto, llamado “Andrés Huesca y sus costeños”, tenía dos agrupaciones con el mismo nombre que se dedicaban a cumplir con los diferentes compromisos que surgían. Además, con su conjunto participó en unas seis películas de largometraje, entre ellas la célebre “Allá en el Rancho Grande”, filmada en 1936. Para mostrar la categoría que alcanzó este músico mejicano, basta mencionar que en un álbum publicado recientemente, en la lista de las cuarenta canciones incluidas en él, aparecen dos de sus canciones, al lado de las de otros  intérpretes como Tito Guizar, Genaro Salinas, Miguel Aceves Mejía, José Alfredo Jiménez, El Mariachi Vargas, Jorge Negrete,  Luis Aguilar y Pedro Vargas.

En el año de 1951 Andrés Huesca y sus costeños se presentaron en el club Unión de Medellín; ese mismo día actuaron también Los Romanceros. Huesca y Jorge Valle se habían conocido hacía más de diez años en Ciudad de Méjico. Ahora que se reencontraban en Medellín, los dos músicos se saludaron muy efusivamente. Luego de las presentaciones de esa noche el músico mejicano le propuso abiertamente a Jorge que se fuera con él para Méjico. Pero Jorge ya estaba muy convencido de que no sólo su presente, sino también su futuro estaban en Medellín.

 Ya en otra ocasión le habían ofrecido a Jorge Valle la oportunidad de regresar a Méjico. En abril del año 1950, llegó a la casa de Alberto González, situada en la llamada “Plazuela Elis”, en el barrio La Mansión de Medellín, el músico Marco Aurelio Candia que había trabajado en otra época en Méjico. Llegó preguntando por Jorge Valle, que era vecino de Alberto en el mismo barrio. Candia le contó a Alberto que había conocido a Jorge en Méjico actuando con el trío Calaveras y que tenía muy buenas referencias de lo que estaba haciendo el trío Los Romanceros en Medellín. Fueron a hablar con Jorge Valle, y Candia les propuso a Jorge y Alberto que se unieran a él y se fueran para Méjico. La respuesta de Jorge, fue la misma que le daría un año después a Andrés Huesca: “En Medellín estamos muy bien; aquí nos quedamos”.

Bueno, volviendo a la presentación de “Huesca y sus costeños” en el club Unión, esa noche el músico mejicano quería tomarse unos tragos de tequila. Como no lo  tenían en ese momento, Jorge le recomendó que probara el aguardiente antioqueño. Huesca casi despectivamente, le contestó que él estaba acostumbrado a los licores fuertes como el tequila de su país. Jorge insistió en el aguardiente, y cuando finalmente Huesca lo probó, tomándose un trago doble, por poco  no puede hablar de lo cortada que tenía la respiración. Lo único que logró decir casi sin aliento fue, “Está muy bueeeno”.


Del encuentro de esa noche en el club Unión queda una fotografía; en ella aparecen Los Romanceros en compañía del conjunto de Andrés Huesca. Jorge Valle y Esnoraldo Gil, dos de los componentes del trío llevan vestido gris, mientras que Alberto está con uno azul oscuro. Él cantante, por un descuido, se equivocó de uniforme y llevó otro en lugar del gris que iba a utilizar el trío en esa actuación. Obviamente cuando  llegó al club desentonó con el traje de sus dos compañeros. Jorge Valle, que era el director del trío le llamó la atención por esa falta. ”En el trío había mucha disciplina”, comenta al cabo de los años, Alberto.

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