A
finales de los años cuarentas se presentó un conflicto entre algunos músicos y
la estación de la radiodifusora. En ese momento estaba William Gil Sánchez en
la dirección de la emisora. El sindicato de músicos y cantantes, en cabeza de
su presidente el “Indio Pérez”, decretó un paro total; estaba completamente
prohibido actuar allí. El trío Los Romanceros se presentaba frecuentemente en
esa radiodifusora, y como ellos estaban afiliados al sindicato, resolvieron
acogerse a la orden. En esos años el profesor, pianista y director operático
Pietro Mascheroni, era el director de la orquesta de planta de la emisora. Hay
que recordar que en esa época las principales estaciones del país tenían su
propia orquesta, y presentaban diariamente programas musicales en vivo. El
maestro Mascheroni, le aconsejó al trío que no le hicieran caso a lo que
mandaba el sindicato, por que él ya sabía cómo se manipulaban esos asuntos. A
pesar de este consejo, Los Romanceros decidieron suspender sus actuaciones.
Cuando
el paro era casi total, una tarde pasaban Jorge Valle y Alberto González por
los estudios de la emisora, y con muchísima extrañeza observaron que ingresaba
allí, un conjunto de músicos de una estudiantina, dirigidos nada menos que
por…el “Indio Pérez”. Los dos componentes del trío se le acercaron afanadamente
a Pérez y le preguntaron que por qué iba a actuar, sabiendo que él mismo había
dado la orden de paro. El, con mucha calma, se pasó la mano por la cabeza,
quitándose su pelo lacio de la frente, y les dijo: “Es que yo soy muy
hijueputa”, y siguió hacia adentro. Jorge y Alberto, sacaron de sus billeteras
el carné del sindicato, y allí mismo los rompieron. Nunca más volvieron a
participar en este tipo de agremiaciones.
Algunos años más tarde se fundó el Centro
Artístico Musical Cooperativo, Camc, y Los Romanceros entraron a él muy
animadamente. Se consiguió una sede para el Centro que funcionaba en la carrera
Palacé, entre las calles Colombia y Ayacucho. Allí se ofrecían espectáculos
musicales, se tenía servicio de bar y restaurante, y el local servía de sitio
de encuentro de los músicos con sus clientes. Jorge Valle como uno de los
fundadores del Camc, tenía la idea de agrupar a los músicos de Medellín, para
que ellos tuvieran más fuerza en las contrataciones, y se hicieran valorar y respetar como
profesionales de la música. Él había conocido cómo funcionaban los sindicatos
de músicos en Méjico, y quería hacer algo similar en Antioquia.
Lamentablemente, las cosas no salieron como él lo deseaba. La mayor parte de
los músicos asociados a la cooperativa no estuvo a la altura del nuevo reto que
se les planteó. Pensaron que el Centro era una cantina más; llegaban allí a
emborracharse y a querer firmar vales de consumo, a diestra y siniestra.
Apreciando
lo que ocurre ahora en los primeros años del siglo XXI con los músicos en
Colombia, se observa que todavía no se ha dignificado esa profesión en el país.
A manera de ejemplo, existe un programa de televisión en un canal local y periódicamente se presentan varios
conjuntos románticos en diferentes poblaciones del departamento. Hasta aquí
todo normal. Pero la gran tristeza, el gran dolor es que, a pesar de que por
publicidad se recoge cada semana muy buena cantidad de dinero, muchos millones
de pesos, a los músicos, que son los verdaderos protagonistas del programa, no
se les paga nada, absolutamente nada. Parece increíble. Pero así es. Repito: no
se les paga nada, absolutamente nada. Y lo peor de todo: existen listas en las
que están anotados los duetos y tríos que están esperando el turno para que los
llamen a actuar gratis.
Otro
ejemplo similar ocurre con un programa en la televisión nacional, que está en el
aire desde hace muchísimos años. Cada semana el director del programa lleva su
elenco a diferentes partes de Colombia, y celebra unos conciertos monumentales
a los que asisten muchos miles de personas, y en los que se vende publicidad
por cientos de millones de pesos. Hasta aquí todo muy claro. Pero otra vez, lo
mismo. A los músicos, los verdaderos protagonistas, se les aloja y alimenta en
hoteles de segunda categoría, mientras que en el presupuesto de la empresa,
aparece como si se les estuviera dando un tratamiento de primera categoría.
¿Quién se queda con esa diferencia?
A
propósito, esta situación de injusticia que viven los músicos en Colombia, fue
el principal motivo para que Los Romanceros prácticamente nunca se hubieran
presentado en la televisión. En una ocasión, en los años sesentas, los
llamó de Bogotá el animador chileno Alejandro
“Michel Talento” que era el director del programa musical “Gran Sábado Gran”. Quería que el
trío actuara en su programa. Cuando Alberto le preguntó que cuánto dinero les
pagarían por la función, él casi indignado, les respondió que el pago era que en
todo Colombia los iban a observar, y que
eso les serviría de propaganda para hacerse conocer. Era la época en que Los
Romanceros daban unas cinco serenatas diariamente, y de verdad, no necesitaban
que alguien más los conociera. Obviamente no hubo viaje a Bogotá.
En otra ocasión, alrededor del año 1978, vino
personalmente a Medellín el músico Jimmy Salcedo, director del programa de
variedades llamado “El Show de Jimmy”. Se presentó con una propuesta muy
similar a la que años atrás les había hecho el presentador chileno. Se podría
resumir, en que les daban los pasajes y la oportunidad de hacerse conocer.
Tampoco hubo viaje a la capital. La única vez que sí aparecieron en la
televisión fue cuando Hernán Castrillón Restrepo, que había sido primero presentador
de un noticiero, y luego director de un programa llamado “Protagonista el
hombre”, filmó en Medellín al trío cuando estaba dando una serenata. Se trataba
de un reportaje sobre la costumbre de las serenatas en el país; nada más
apropiado para ilustrarlo, que mostrar cómo se daba una serenata en esta
ciudad.
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