A
mediados de los años cincuentas los hermanos Alfonso y Javier Arriola del
Valle, junto con otros industriales y
comerciantes de la ciudad, compraron el equipo de fútbol Medellín FC, y le
cambiaron el nombre por el que desde entonces tiene es decir, Deportivo
Independiente Medellín. En 1954 contrataron al jugador argentino José Manuel quien a pesar de su veteranía, era todavía lo que se llama un crack. Hay
quienes consideran que José Manuel ha sido uno de los mejores jugadores en la
historia del fútbol mundial. Con este jugador el equipo ganó el campeonato
colombiano durante los años 1955 y 1957. Era extraordinaria la admiración que
se sentía en la ciudad por el Medellín. Otro jugador estrella de esa época era,
el también argentino, Pedro Roque Retamozo. Fue un hombre admirado no sólo por
los fanáticos sino también, y muy especialmente, por las damas medellinenses.
Los
dueños del hotel más prestigioso de la ciudad Jaime y Jairo M, tenían una hermana que se hizo
bastante amiga de Retamozo. Ellos eran socios del club Unión, y un cierto día
la señorita M contrató a Los Romanceros para que fueran a amenizarle el
encuentro que iba a tener allí con el jugador argentino. En efecto, el trío
actuó esa tarde varias horas. Los días pasaban y la dama, nada que les pagaba.
Alberto González fue quien se encargó siempre de la parte económica de Los
Romanceros. Él acordaba con los clientes
el costo de sus presentaciones y después iba a cobrarles. Insistió Alberto
varias veces a la joven para que le reconociera los honorarios al trío. Ella no
lo hizo. Retamozo se enteró de lo que estaba sucediendo. Se encontraron cierto
día el futbolista y Alberto González, y aquel en un tono de cierta
superioridad, le dijo, poniendo desafiante su mano derecha abierta en el pecho
del cantante, que cómo se le ocurría cobrarle a su amiga. Que uno no les cobra
a los amigos, sino que todo lo debe hacer por amistad. Alberto le respondió:
“Yo no soy amigo de la señorita M, y tampoco de usted; sólo nos conocemos
por asuntos de trabajo”. Y para rematar, Alberto le preguntó que si en el
Medellín él jugaba por amistad con los dueños del equipo, o les cobraba algo.
Pocos días después les llegó el pago acordado.
A
Jairo M., no le gustaba mucho relacionarse con las mujeres. En cierta ocasión
estaba el trío presentándose en el club Unión. Cuando el licor empezó a hacer
efecto, Jairo se fue desinhibiendo y se puso a bailar muy efusivo al frente de
Enrique Aguilar, quien en ese entonces era el tercer integrante del trío, como
tratando de mostrársele y llamarle la atención, todo coqueto. Enrique, con su lenguaje costeño tan abierto
y sincero, sólo atinó a decir: “Miedda, se alborotó esta loca”. Algunos años
más tarde Jairo fue encontrado ahorcado en su propio hotel, luego de una
“reunión” que sostuvo allí con varios jóvenes.
En
otra oportunidad en 1957, estaban Los Romanceros amenizando una tertulia en la
que se encontraban Oscar E., de Medias Pepalfa, y otros dos señores,
acompañados los tres de sus respectivas esposas. Ya terminando la velada el
traguito empezó a hacer mella en los caballeros y ellos se fueron durmiendo en
la mesa que ocupaban. Las damas también tomaban licor, pero no llegaron a
dormirse sino que, curiosamente a las tres les dio por empezar a enamorar a los
tres músicos. La cosa estaba pasando de castaño a oscuro, y cuando ya era
inminente la embestida final, Jorge Valle tomando de afán su guitarra le dijo a
Alberto, “Compa, vámonos” y los tres salieron apresuradamente. Alberto
González dice que por fortuna en ese entonces estaban con Copete, porque si hubiera sido con Enrique Aguilar, éste se
habría quedado.
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