sábado, 25 de diciembre de 2010

SERENATA DE AMOR

Esta es una canción criolla de Jaime R. Echavarría, y fue de 
las cuatro canciones que grabó el trío en Cartagena. Cuando el compositor la escuchó, felicitó a Jorge Valle, George, como él le decía, por el arreglo que le había hecho. “Muy bien George, muy bien.



La letra dice así:
Se va llenando la noche/ con rumores de canción/ y se 
enreda en tu ventana/ mi serenata de amor/ las estrellas quedamente/ empiezan a susurrar/  se va llevando la noche/ mi serenata de amor/

La luna se vuelve plata/ cuando cae en el maizal/ y el viento 
se va llevando/ las notas de mi cantar/ es la noche de mi tierra/ que se ha vuelto corazón/ Con ella voy adornando/ mi serenata de amor/ Voy a dejarte mis quejas/ muy adentro de mi alma/ voy a cambiar tu desdén/ por un poco de esperanza/ Fue para ti solamente/ mi sentida serenata/ que forjaron las estrellas/ y el viento de mis montañas/
Se va llevando la noche/ mi serenata de amor/

miércoles, 15 de diciembre de 2010

EXPERIENCIA

Esta fue otra de las cuatro canciones grabadas en Cartagena para discos Fuentes. 

El compositor es Ulpiano Morales, que era integrante de Los Romanceros en ese año de 1948. En esta canción, y en otras de las que se grabaron en esta primera época del trío,se percibe la exagerada pronunciación del sonido “s” de parte de  Alberto González.

Con el tiempo él fue mejorando ese sonido. 



La canción dice así:

Por caricias fingidas y por falsas promesas/ por una mujer mala cambié mi corazón/
Yo fui bueno con ella, pero ella fue perversa/  y tan sólo amarguras en mi vida dejó/ Yo no había imaginado jamás que la nobleza/ ocasiona perjuicios en los casos de amor/ Yo fui noble con ella, por eso de tristeza/  inundó mi existencia y burló mi dolor/. Por eso compañero me conmueve/ pensar que sufres y lloras por amor/ Yo que sufriendo estoy sé lo que duele de una mala mujer una traición/ Escucha, mi experiencia quiere hablarte/ mi consejo  mucho te servirá/ Aprende como tratas las mujeres, y en amores jamás fracasarás/.Yo quiero que te sirva de ejemplo mi tristeza/ y otra vez no te entregues con todo el corazón/ Si quieres que te burlen trátalas con nobleza/ si quieres que te amen trátalas como son/ Del amor me quedaron tan sólo desengaños/ marchitas ilusiones y honda desolación/ Amé mucho y por eso me enseñaron los años/ que son penas futuras las penas de amor.

Como se observa, la letra de la canción no está muy en la
linea de las canciones que serían después la especialidad del trío. Más que romántica, es una canción de despecho.
Ulpiano llevaba una vida muy bohemia y de mucho conflicto y hasta agresiones, con su compañera de esa época.
La cuarta canción que grabaron Los Romanceros en 
Cartagena, nunca fue publicada. Era una canción colombiana llamada “Rosa linda”. Al compositor no le pareció acertada la adaptación que le hizo el trío, y negó el permiso de circulación. Si esa posición siguiera vigente hoy en día, nunca podrían hacerse adaptaciones y arreglos novedososa la música tradicional; no habría evolución. Como se verá más adelante, algo parecido sucedió cuando Los Romanceros interpretaron como bolero, el pasillo
“Me volví viejo”.

domingo, 7 de noviembre de 2010

Hola Medellín. Inicio de "Los Romanceros"

Como se acostumbraba en esa época, los músicos acordaron con el capitán que no les cobrara  pasaje, a cambio de cantarles a los pasajeros en el recorrido. Actuaban dos veces al día, al almuerzo y a la comida. En los tres días que duró el viaje hasta Puerto Berrío, conocieron a varios de los pasajeros. Por casualidad, en ese mismo buque viajaba Oswaldo Suárez quien, como ya vimos, había sido novio de una hermana de la esposa de Alberto, y mencionamos también la disputa que se  había presentado entre ellos dos. En el viaje no se dirigieron la palabra. Oswaldo venía a Medellín como comerciante, traía en un baúl bien asegurado con candado, toda su mercancía, y los demás pasajeros lo veían sentado día y noche sobre su valioso cargamento. Con los años, la relación entre Alberto y Oswaldo se fue suavizando; y muchos años más tarde, éste último visitó a Alberto en su casa.

Algunos de los pasajeros del buque  eran tahúres. Uno de éstos, un antioqueño a quien apodaban frijolito, tan pequeñito  era, al notar que Alberto estaba con la garganta muy irritada por el trajín de los tres días seguidos cantando, le recomendó en Puerto Berrío, que se bajaran allí, y que no siguieran para Bogotá. Decía él, que esa ciudad tan fría le iba a acabar de dañar la garganta. Aceptaron el consejo. Tomaron el tren de carbón para Medellín, entraron al túnel de La Quiebra, lo atravesaron,  salieron de él  todos tiznados, y continuaron hacia la Capital de la Montaña. Tras  pocas horas de viaje, llegó el trío del pomposo nombre, Los Caballeros de la Noche, a la estación Medellín, en el sector llamado Guayaquil. En ese mes de marzo de 1945, se abría otra puerta para Alberto González y sus compañeros de trío. Empezaba una nueva vida. Ya  nunca más dejarían esta ciudad.

En ese tiempo existía el hotel Savoy situado en toda la Plazuela Uribe Uribe. Hasta allí llegó Alberto con sus dos compañeros. Él tenía muchas esperanzas de que ahora sí pudiera dedicarse a la música como profesión. Pero, sobrevino otra frustración más. Maldonado y Córdoba, casi desde el primer día, lo dejaron solo en el hotel, mientras ellos se iban a trabajar con el músico cartagenero Gustavo Fortich. Se estaba cumpliendo la profecía del maestro Roberto de Moya. A Fortich lo habían conocido en Barranquilla, y  ahora se lo encontraron en Medellín. Él hizo parte del famoso dueto Fortich y Valencia, que alcanzó renombre con interpretaciones como “El camino del café”, composición de J. Monsalve, Marfil. Fortich había tenido que venirse solo desde Barranquilla, por problemas que tuvo allí con una jovencita. Como él estaba sin compañeros, buscó otros músicos para  hacer sus presentaciones. Por eso, la llegada a Medellín de Maldonado y Córdoba, le cayó como anillo al dedo.

Ya habían pasado quince días desde  su arribo, y nada que le daban a Alberto la oportunidad de trabajar. El dinero se le había agotado, y  no tenía ni siquiera para comer. Cuando Maldonado y Córdoba aparecían por el hotel, le decían a él, que se estuviera allí tranquilo, que él era la estrella del trío, que confiara  en ellos. Córdoba seguía incurriendo en sus locuras de siempre. Desde que llegó al hotel, acostumbraba hacer sus necesidades, tanto líquidas como sólidas, en un balde que mantenía en su habitación. Cuando llegaba en la mañana la viejita encargada del aseo, él le mandaba imperiosamente, que  sacara esas cosas y las botara. Este era un motivo más para el disgusto constante que mantenía con Maldonado, ya que el ecuatoriano lo regañaba por esa extraña y nauseabunda costumbre que había adquirido.

Alberto empezó entonces a buscar con quién trabajar. Existía en esos días en Medellín, la orquesta de Gil Díaz que interpretaba porros y también boleros. Se  presentaba  en el club Unión y en el Hotel Nutibara. Cuando el director escuchó a Alberto, le dijo que lo necesitaba para cantante de porros; ya tenía un intérprete caleño como bolerista. De esta manera, Alberto hizo unas tres presentaciones con la orquesta, y pudo recoger algún dinero para mandarle a su esposa que estaba en Barranquilla esperando el nacimiento de su primer hijo. A mediados de septiembre, Alberto viajó a esa ciudad para acompañar a su esposa en ese feliz acontecimiento. Nuevamente estaba en Medellín a finales del mismo mes. Pero ya había perdido la oportunidad de continuar con la orquesta de Gil Díaz. Al irse para Barranquilla había sido reemplazado por otro cantante. Nunca como esa vez, fue tan cierto el  dicho “El que se fue para Barranquilla, perdió su silla”. Alberto estaba, una vez más, sin trabajo. Y ya no sólo tenía esposa, sino también un hijo.

En ese momento apareció Jorge Valle. Ya se mencionó que él había llegado de Cartagena, en 1944 con el Trío Armónico los Romanceros. Uno de sus compañeros, Eduardo Fernández que hacía la primera voz, regresó a su tierra, y Jorge estaba buscando un reemplazo. Jorge Valle había escuchado cantar alguna vez a Alberto en Barranquilla y supo que ahora estaba aquí, abandonado por sus compañeros. Acudió a buscarle, y le ofreció hacer parte de su trío. Parecía que iba a haber problema con la voz de Alberto. El Trío Armónico los Romanceros tenía voces delgaditas y no muy fuertes,  como eran las de Fernández y Romero. Cuando Alberto hizo su primer ensayo con Jorge Valle, éste notó que el nuevo cantante tenía una voz que, sin ser muy potente en esa época, de todos modos era muy fuerte comparada con la de Fernández, a quien iba a reemplazar. Jorge supo así desde el principio, que el nuevo trío iba a ser muy diferente del anterior. Alberto aceptó la oferta de Jorge, y de paso le sugirió que acortaran el nombre del conjunto. Propuso que se llamara simplemente, Trío Los Romanceros, y Jorge asintió. En ese momento nació este trío, que a partir de entonces, y durante treinta y seis años, hizo historia en Medellín. Era octubre de 1945.

Y, ¿que se hicieron los otros dos integrantes de Los Caballeros de la Noche? Hernán Córdoba se enfureció con Jorge porque, según él, les había arrebatado el cantante del trío. Llegó incluso a desafiarlo a pelear a los puños; él estaba acostumbrado a esa forma de “arreglar” sus problemas. Jorge  insistía en que ellos dos habían hecho muy mal al abandonar a Alberto durante tanto tiempo. El otro músico, Manuel Maldonado permaneció en la ciudad haciendo parte de varios duetos y tríos, hasta el fin de su carrera artística. Curiosamente, Hernán Córdoba y Manuel Maldonado se unieron a principios de los años cincuentas con Luis E. Pabón, para conformar el Trío Antioquia. Permanecieron juntos muy poco tiempo. Algunos años más tarde, en 1957, Pabón entró a formar parte de Los Romanceros.

Adiós Barranquilla- ALBERTO GONZALEZ

En marzo de 1944, pocas semanas después de la muerte de  César, fallece debido a una larga enfermedad la madre de Alberto González. El maestro de  Moya acompañó a Alberto al cementerio. También estuvieron allí los obreros de la pavimentación de las calles de Barranquilla. Ellos cargaban el ataúd con los restos de Carmen Rafaela de González. Al día siguiente Alberto debía presentarse en la emisora.  Le pidió al maestro De Moya que le permitiera ausentarse siquiera por ese día, pues estaba muy adolorido. Por razones de contrato con el programa de la Compañía Colombiana de Tabaco, no fue posible acceder a su petición. Y así, mientras cantaba alegres ritmos cubanos y cadenciosos porros, a Alberto, con el corazón acongojado, se le saltaban las lágrimas en medio de la actuación.

La situación económica en esos días finales de la segunda guerra mundial era lastimosa. Se deterioró tanto el ambiente de trabajo musical, que el maestro de Moya tuvo que  dedicarse  a vender en tiendas de Barranquilla, un condimento para sopas que él mismo fabricaba; era un sazón con fórmula cubana En 1946 decidió regresar a su patria y se radicó en La Habana. Allí además de ofrecer clases de guitarra, seguía haciendo sus presentaciones públicas; eran su vida. Falleció en esa ciudad en 1971.

A finales de 1943 Alberto González decidió casarse con Silvia Rodríguez en el mes de abril del siguiente año.  Ahí mismo se dio cuenta de que tenía que empezar a trabajar no sólo por gusto, sino también por necesidad.
Hernán Córdoba era un guitarrista que pretendía ser mejor de lo que realmente era. Tenía en la puerta de su habitación una placa de bronce que decía: “Profesor Hernán Córdoba – Guitarrista”. En la costa atlántica llaman “hazañoso” a una persona así.
Este guitarrista, siendo joven había recibido un golpe en la cabeza, producido por una pesada caja, cuando trabajaba en Puerto Colombia, su tierra natal. A este golpe muchos le achacaban las locuras que frecuentemente hacía. En esa época ya tenía  mujer y un hijo recién nacido,  pero no velaba por ellos. Cuando iba a visitarlos, se pasaba todo el rato fumando cigarrillo, mientras la señora no hacía más que coser ropa día y noche, y poner cuidado a su hijito. El músico no se molestaba en ayudarla en absolutamente nada. Córdoba vivía en esos días de 1943 y 1944, en una habitación del inquilinato que tenía  en Barranquilla el ciudadano italiano Pascual del Vecchio. Del Vecchio era bajito, algo calvo y se hizo famoso cuando el músico antioqueño J. Monsalve, Marfil, le compuso un porro llamado justamente como su nombre, y que interpretó magistralmente la orquesta argentina de Eduardo Armani. Ese porro se escuchó en toda América Latina en la década de los años cincuentas.

Manuel Maldonado era un guitarrista ecuatoriano que había llegado a Colombia haciendo parte del dueto Maldonado-Antepara. Era buen guitarrista, pero le gustaba mucho la parranda y el trago, y  con frecuencia se metía en  todo tipo de  peleas. Por cosas de la vida, Hernán Córdoba y Manuel Maldonado se conocieron, y decidieron trabajar juntos. A pesar de eso, Maldonado y Córdoba disputaban mucho, sobre todo cuando se emborrachaban. El ecuatoriano decía que era mejor guitarrista que Córdoba, y éste le respondía que él era todo un profesor, aunque, justo es decirlo, nunca se le conoció un solo alumno. En una ocasión, Maldonado se levantó del suelo con un mechón de pelo de su compañero en la mano, luego de haberse revolcado ambos en una de sus corrientes trifulcas. A ellos dos se les unió en esos últimos días de 1943, Alberto González, quien estaba  necesitado de un trabajo con que mantenerse a sí mismo y a su futura esposa.
Al nuevo trío así formado, empezaron a llamarlo de vez en cuando. Sólo les daban trago, nada de dinero. En su carro con doble amortiguación, el mismo Rafael Roncallo fue personalmente a la Ceiba, donde residía Alberto. Quería que el trío le animara una reunión. Alberto le dijo con mucha sinceridad, que con gusto lo harían,  pero que, como ya se iba a casar, debía pagarles algo. Esa vez Roncallo les pagó. Pero no volvió a solicitarlos más. Una vez  contrataron al  trío para inaugurar un nuevo almacén Ley. Se montó un escenario en el centro del local, y allí estuvo el conjunto tocando un buen rato, para atraer clientes  al nuevo establecimiento. En otra ocasión actuaron en el Hotel del Prado, compartiendo espectáculo con el gran conjunto, “Emisora Atlántico Jazz Band”, llamada anteriormente Orquesta Sosa. No hubo más contratos.

 Otra de las esporádicas actividades del trío era llevarle serenata a Silvia, la novia de Alberto. A manera de pura anécdota, a Oswaldo Suárez el novio de Alicia, la hermana mayor de Silvia, le gustó la idea de Alberto de llevar serenata a su prometida, y él empezó también a hacer lo mismo con la suya. Solamente que Oswaldo no  tenía conjunto, y entonces le pedía a Maldonado que le hiciera el acompañamiento con la guitarra, mientras el mismo novio se encargaba del canto. Aunque nunca fue músico profesional, él si compuso algunas bellas canciones como por ejemplo, el lindísimo porro  “El negrito fino” que, cantada por el mismo Oswaldo, aún se escucha de vez en cuando, sobre todo cuando se quiere recordar aquellos diciembres ya idos, y que dice así en sus primeras líneas:

Yo soy, yo soy/ yo soy el negrito fino/ Yo soy, yo soy/ yo soy el negrito fino/ que fuma tabaco en bomba/ soy el hijo de Aquilino/ de Aquilino Chirindonga/ Yo soy un negro decente/ soy negro de sociedad/ soy un negro inteligente/ educado en Bogotá/.
Oswaldo era algo mayor que Alberto y no se sabe por qué razón, empezó a manifestar abiertamente su inconformidad por el matrimonio de Alberto con Silvia. Hablando con aire de predicador, delante de la familia de la novia, expresaba que Alberto no era el indicado para Silvia. Un día Alberto  fue al negocio que tenía Oswaldo dedicado a la venta de artículos momposinos de oro y plata, y allí le increpó por la oposición que estaba manifestando contra él; el asunto terminó en que el cuestionado enamorado, muy perturbado porque Oswaldo estaba tratando de alejarlo de su querida novia, tomó un palo, y con él empezó a golpear a su contradictor. Este tuvo que salir corriendo.

Volvamos al hilo que traíamos. Alberto se casó en abril de 1944, y el hecho es que en Barranquilla no había muchas oportunidades para quien quisiera dedicarse a la música como profesión.  Trató entonces de emplearse en otro oficio más provechoso. Se dedicó a llevar muestras de traperos, que hacía Armando Varela, un conocido suyo, a las tiendas. Recorría muy preocupado, algunos barrios de la ciudad, llevando  su cargamento de palos y tiras de trapos. Sí lograba vender algo, pero no lo suficiente. Pensó entonces que tampoco esto había dado resultado. Tenía que buscar otro camino. Entonces de acuerdo con su esposa, y sus dos compañeros, decidieron marcharse para Bogotá. El maestro Roberto de Moya cuando supo con qué compañeros se iba a ir Alberto, le pidió que no lo hiciera. “Ellos son unos piratas y te van a dejar botado”, fue lo último que le profetizó.

 Lo primero que hicieron Maldonado, Córdoba y González, fue ponerle un nombre al trío, lo llamaron “Los Caballeros de la Noche”. No tenían ni siquiera un uniforme decente para las actuaciones. Así no podían presentarse en la capital del país, la ciudad de los que visten de cachaco. Le pidieron a Rafael Roncallo que les concediera en su emisora un programa de beneficio, con el fin de recoger algún dinero para el viaje. Él no fue solidario. Parece que sólo le interesaba tener sus músicos en Barranquilla, y no pensaba apoyarlos para que se fueran a otra parte.

Afortunadamente, los dueños costarricenses de la Emisora Atlántico, sí le colaboraron al trío, regalándoles un programa. En él actuaron además de Los Caballeros de la Noche, un músico antioqueño de apellido Montoya. Éste tenía un programa llamado “La voz de la montaña”, en una emisorita llamada Radio Barranquilla. Allí, haciéndose pasar por un viejo campesino antioqueño, siendo que en realidad él era todavía joven, cantaba todos los días sus bambucos y pasillos, acompañándose él mismo con su tiple. Esa vez, en el programa de beneficio, Montoya, durante la presentación les recomendaba una y otra vez a Los Caballeros de la Noche, que no se fueran para Bogotá, sino para Medellín. Al otro día, Alberto salió a recoger el dinero donde los dueños de los almacenes que habían hecho anuncios comerciales en el programa de beneficio. Con ese dinero consiguieron los uniformes. No les alcanzó para más; ni siquiera para los pasajes. El trío viajó por el río Magdalena desde Barranquilla, en el barco Capitán Caro, tripulado por el capitán Ballestas. Curiosamente este capitán era familiar y padrino de bautismo de Silvia, la esposa de Alberto. Pero hasta ese momento,  ellos dos nunca se habían encontrado.

viernes, 15 de octubre de 2010

LA MÚSICA - PRIMERA CANCION GRABADA: Que saquen el gallo

Esta fue la primera canción que grabaron  Los Romanceros. En el año de 1946, cuando Carlos Romero todavía hacía parte del trío, decidieron grabar esta composición de Jorge Valle en los estudios de la Voz de Antioquia. Como en Medellín no existía forma de prensar los discos, resolvieron enviar la pasta, por medio de Félix de Bedout, a Buenos Aires, Argentina para que allí los sacara la firma Odeón.
“Que saquen el gallo” trata de un lorito, que es llevado a un gallinero donde hay un buen gallo. Le da miedo entrar porque el gallo podría confundirlo con gallina. Finalmente hacen entrar al lorito, el gallo lo persigue, y cuando el enamoradizo kikirikí está a punto de abordar al lorito, éste, nerviosamente, pero con mucha dignidad, le dice “Respéteme,  que soy casado”. En la canción se repite varias veces, el gracioso verso “Entrá lorito, entrá por Dios,... no, no, que saquen el gallo”.

 El asunto es que cuando la canción de Los Romanceros llegó  a Buenos Aires,  la tomó Efraín Orozco Morales, un músico colombiano que dirigía allí la Orquesta de las Américas. Archivaron la grabación del trío y la orquesta hizo su propia versión. Al poco tiempo se empezó a escuchar en muchos países latinoamericanos esta canción interpretada por la orquesta argentina, convertida en éxito. Lo extraño es que aparecía como compositor principal Efraín Orozco, y el nombre de Jorge Valle sólo figuraba en letra menudita. Esta situación parece que fue muy frecuente con Orozco, pues un hecho semejante ocurrió con el pasillo “Romanza de amor”, compuesto por Alex Tobar. Este era pianista y violinista de  orquestas sinfónicas, fue saxofonista de la orquesta de Lucho Bermúdez y creador del gran éxito,  “Pachito Eché”. Como Orozco le hizo unos arreglos al pasillo del maestro Tobar, alegó insistentemente la autoría de la canción. Fue tan cínico este músico que demandó al verdadero compositor, y hasta lo amenazó  con mandarlo un tiempo a la cárcel.

El mismo Efraín Orozco tuvo también un mal comportamiento con otro gran músico colombiano. Luis Ángel Mera, fue un excelente barítono caucano, que recibió clases de canto en la Academia Musical de Arturo di Filippi en Nueva York, actuó en varias óperas en esa ciudad, y recibió una beca  de parte de la “Julliard School of Music” de Nueva York, para continuar sus estudios por dos años más. En 1950 viajó a Buenos Aires, para interpretar música popular. Al llegar a esa ciudad encontró muchas dificultades para concretar sus presentaciones. Lo llamaban de varias emisoras y teatros, pero en el momento de firmar los contratos, todo se complicaba sin remedio. Finalmente se dio cuenta de que Efraín Orozco estaba actuando de intermediario, y que en los contratos quería beneficiarse a sí mismo, poniendo siempre la condición de que se le contratara a él como director de la orquesta acompañante. Este último punto no lo aceptaban los empresarios, y por eso era que al final se cancelaban las presentaciones del gran Luis Angel Mera. Cuando éste se dio cuenta de lo que estaba pretendiendo Orozco, lo hizo a un lado, y desde entonces pudo actuar, con mucho éxito, en varios escenarios de Buenos Aires.
Varios años después, ya de nuevo en Colombia, Efraín Orozco fue condecorado por el gobierno nacional con la Cruz Camilo Torres, ¿sería a causa de su honestidad?

Comentarios de prensa

Se presenta a continuación la trascripción de algunos artículos publicados en la prensa nacional, principalmente de Medellín, sobre el Trío Los Romanceros. Algunos de estas crónicas tienen un cierto  sabor a promoción o propaganda, y desde el punto de vista histórico incurren en muchas inexactitudes. Sin embargo, todos ellos tienen el mérito de mostrarnos la importancia que adquirió el trío en las diferentes épocas de su gran trayectoria.

Así son ellos, El Trío Los Romanceros
(Artículo publicado el 18 de abril de 1951, en el periódico El Diario, de Medellín)

La foto nos muestra al trío de “Los Romanceros”, uno de los conjuntos musicales más apetecidos de Antioquia, al que se puede oír por radio todos los martes, en programa que transmite la Lavandería ABC por la Emisora Siglo XX.
“Los Romanceros” están constituidos así: Alberto González, primera voz y encargado del ritmo, es barranquillero, tiene veintiocho años y se inició en su tierra con la célebre orquesta Sosa que gozara hace algunos años de tanta popularidad. Viajó a Panamá y tuvo ocasión de presentarse en la Voz de la Víctor, y en el “Show del cabaret Atlántico” en Colón, y vino a Medellín hace varios años para figurar como vocalista de la orquesta que el maestro Gil Díaz agrupó con destino al club Unión.

González ha pertenecido además al conjunto de “Los Caballeros de la Noche”, ha trabajado con la Sydney Ross Company, y con el trío que nos ocupa ha actuado en programas de la Compañía Colombiana de Tabaco y ha hecho grabaciones para la casa Fuentes de Cartagena y Lyra de Medellín, que imprimió un porro original suyo “El Sabrosón”, muy popular por el mes de diciembre el año pasado.
Esnoraldo Gil es quien le sigue, nació en el departamento de Caldas y cuenta en la actualidad veinticinco años cumplidos. Gil ha recorrido casi todo el país en plan de artista cantante, y como tal perteneció al conjunto de “Los Serranos” en el Valle, y a los elencos de Radio Pacífico, Ondas del Palmar, de Palmira, La Voz de Armenia, y últimamente en La Voz de Antioquia para los susodichos programas de la Compañía Colombiana de Tabaco.  En el trío a Gil le toca tocar (sic) la guitarra y hacer la segunda voz.

Jorge Valle es el director del conjunto, el primer guitarrista y el que hace la mayor parte de los arreglos. Es un ecuatoriano que se ha recorrido la mitad del continente. A los treinta y dos años lleva conocidos, el Perú, Panamá, todo Centro América, y los Estados Unidos y Méjico, aparte de Colombia.  Tiene una extensa trayectoria musical pues ha sido componente de conjuntos como el Trío Víctor, Los Caleñitos, y el trío Colombiano de Medellín, que se popularizaron en las grabaciones RCA Víctor. Y recientemente con su compañero González, ha realizado impresiones para Fuentes y Lyra.

Para fiestas sociales y serenatas, Los Romanceros es uno de los conjuntos más solicitados y si la radio no ha contribuido a consolidar más su popularidad es porque no se andan por las emisoras en busca del mendrugo de una audición. No obstante, Ignacio Isaza los contrató hace unos meses para animar algunas entregas de “Pielroja tiene la palabra”, popular audición de la Compañía Colombiana de Tabaco, que les significó grandes triunfos.
Se distinguen por su personalidad. Los Romanceros cantan con estilo propio, sin dejarse llevar por las modas del momento, y tienen un repertorio variado y abundante, que arreglaron con muy buen gusto para sus voces y sus instrumentos.

Contadas veces interpretan música folklórica del interior, si bien cuando lo hacen, sin que el bambuco y el pasillo salgan en su estilo todo lo puro que es de desear, lo hacen correctamente. Su fuerte son los boleros y los aires de la costa atlántica, en donde se encuentran bambucos también, como “El Negro” un poco diferentes a los nuestros- más rítmicos y menos melódicos- que los Romanceros cantan a cabalidad. Pocos artistas, además, saben granjearse tan pronto la simpatía de las gentes por su sencillez, tan diferente de la presunción petulante, de los que han conseguido apenas un poco del favor del público. Ojalá los triunfos les sigan haciendo compañía, que bien se lo merecen.







Los Romanceros cantarán en los espacios de la Colombiana
(Artículo publicado en el suplemento semanal de El Diario, de Medellín, en el año 1951)

El popularísimo y cotizado trío de “Los Romanceros” acaba de firmar contrato con la Compañía Colombiana de Tabaco para tomar parte en los programas que esa firma patrocina con el mote de “Pielroja tiene la palabra”, y que corren a cargo en la parte literaria del libretista Ignacio Isaza.
Se trata de una serie de audiciones frívolas dentro del acreditado espacio de los martes, que llevarán por título”La Vida en Rosa” y en los cuales se programarán canciones de tipo romántico, en las cuales son especialistas “Los Romanceros”.


Los Romanceros colombianos ganan cada día mayor popularidad y éxito.
(Publicado en El Espectador, de Bogotá, en junio de 1951)
Medellín, junio 18. (Del corresponsal radial Hernán Restrepo).

La Compañía Colombiana de Tabaco presentó recientemente a la consideración de los oyentes del país, por intermedio de sus programas “Pielroja tiene la palabra” y dentro de la serie de libretos recomendada a Ignacio Isaza, a un trío vocal que desde hace  muchos meses viene haciendo furor en los clubes sociales y en los centros de diversión de la capital antioqueña.
Los Romanceros, que tal es el rubro usado por Valle, Gil y González para sus presentaciones artísticas, triunfaron en esos programas plenamente y ratificaron los buenos conceptos que habían provocado con sus actuaciones personales.

El trío de Los Romanceros está integrado por tres veteranos cultores de la canción moderna: Jorge Valle, ecuatoriano, quien lleva la dirección musical del conjunto, toca la guitarra y hace la tercera voz en las canciones.  Valle, que se conoce casi todo el continente y ha formado parte de numerosos conjuntos en el país y en exterior,  arregla el repertorio en una forma personalísima e imprime sello propio a todas las interpretaciones del trío gracias a ello precisamente. Alberto González, el que corre con la responsabilidad del ritmo tocando las maracas y hace la primera voz, se hizo conocer como vocalista de importantes orquestas de baile en Barranquilla, su patria chica, y aquí en Medellín, cuando formó parte del conjunto de “Juan Manuel y sus Vagabundos”, recordada agrupación musical  que hizo las delicias de la juventud antioqueña hace unos cinco años. Es compositor, y un porro suyo, “El Sabrosón”, tuvo mucho éxito al ser grabado por la marca de discos Lyra en interpretación de Los Romanceros, hace unos seis meses. Gil es caldense y un guitarrista magnífico, a quien han aplaudido los públicos de Valle y Caldas, como integrante de numerosos tríos de música nacional e internacional hasta que se unió definitivamente a sus compañeros de ahora, aquí en Medellín.

 Como dijimos antes, Los Romanceros se distinguen por la personalidad de sus interpretaciones. No necesitan ellos copiar a Los Panchos, ni al San Juan, ni a trío ninguno del mundo. Allí la razón de sus triunfos constantes que los han llevado a ser el más popular conjunto de su género con que ahora cuenta Medellín, y parece que han recibido proposiciones de una empresa radial bogotana que tiene intenciones de presentarlos en una corta temporada radial. Gustarían mucho de seguro. Pocos cultivadores tiene la canción moderna que canten con tanto gusto y que dominen tan ampliamente no sólo los aires románticos, como el bolero y el blue, sino los de tipo caliente, especialmente los porros y paseos de la costa atlántica, lo que les permite tener un repertorio amplísimo y muy variado.
Han grabado discos en Lyra y Fuentes y lo harán posiblemente para Atlantic en el curso de pocos meses.

Ignacio Isaza prepara nueva serie radial con el trío Los Romanceros.
(Publicado en El Diario, de Medellín, en el año 1952)

Una nueva serie de programas radiales para el ya famoso espacio  ”Pielroja tiene la palabra” que patrocina la Compañía Colombiana de Tabaco, acaba de grabar el trío de “Los Romanceros” bajo la dirección escénica del libretista Ignacio Isaza, quien en esta oportunidad ha reunido elementos artísticos de la mayor categoría, pues al lado de “Los Romanceros” actúa como solista, en la interpretación de antiguas canciones, Obdulio Sánchez, acompañado al órgano por el maestro Manuel J. Bernal.
La nueva serie de “Pielroja tiene la palabra” lleva el subtítulo de “Canciones de amor y del recuerdo” como que en su elaboración priman elementos antiguos y modernos, en armónica y discreta agrupación.

Al decir del director de esta serie, la grabación hecha por “Los Romanceros” es la mejor que se haya logrado para la Colombiana de Tabaco, empresa que ha aprovechado muchas veces, y siempre con éxito,  los servicios de “Los Romanceros” en programas de exquisita factura. Las canciones de esta serie son los éxitos más recientes en materia de novedades del género romántico y la instrumentación, dirigida por Jorge Valle para Alberto González como primera voz, es la reafirmación de que la música interpretada por “Los Romanceros“ llega hasta el público después de un afortunado proceso de depuración y de estudio. El nuevo integrante del trío “Los Romanceros”, Enrique Aguilar, participa por primera vez en grabaciones de esta índole, con gran éxito.

Triunfa todos los días el trío de “Los Romanceros”
(Publicada en El Diario, periódico de Medellín, en febrero de 1953)

De triunfo en triunfo siguen sus actuaciones Los Romanceros, el gran trío compuesto por Jorge del Valle (sic), Alberto González y Enrique Aguilar, cuyas interpretaciones magníficas de música nacional, folklórica y de baile, e internacional romántica, son tan bien recibidas por la juventud antioqueña. Los Romanceros merecieron elogiosos comentarios del Trío Rigual (sic), conceptos que fueron dados al redactor de este suplemento radial, y sus actuaciones recientes por La Voz de Antioquia les conquistaron infinidad de simpatías. Los Romanceros, preocupados por mantener un repertorio a tono con las evoluciones de la canción popular, dueños de un estilo propio que se caracteriza por lo melódico y discreto, no necesitan de los pequeños grupos del ambiente para triunfar. Tienen un prestigio consolidado y lo saben mantener con dignidad y sobre méritos reales.

La leyenda de Los Romanceros
 (Crónica publicada el 17 de septiembre de 1971, en el periódico El Colombiano, de Medellín)

Lo que parece el primer verso de una canción de Agustín Lara, o de algo que tocara directamente con la vida española, pertenece a una realidad de la capital antioqueña.
Se trata de una especie mítica que ha venido circulando a través ya de dos generaciones de Medellín y es la de que, ninguna muchacha que haya escuchado una serenata con el Trío Armónico Los Romanceros, se queda soltera.
En muchos clubes de la capital antioqueña se ha dado el caso, cuando actúan Alberto González Llanos, primera voz, Tulio Parra, la primera guitarra antioqueña y Jorge Valle, compositor y guitarrista ecuatoriano, que madre e hija quinceañera lloran al escuchar la misma canción porque con ella les han hablado de amor.

Una de las grandes canciones de hechizo, de estas que hacen saltar los corazones, es el bambuco de Valle, “Chiquilla”.
Alguna de las quinceañeras que recibió el impacto de “Chiquilla”, una media noche cuando dormía plácidamente, dijo que “es un bambuco que tiene el alma de un poeta de la canción”.
 ¿Quién no habrá escuchado ese bambuco en Medellín?  Sería tanto como decir que no hay un paisa  - y no es cuña-  que no fume y tome aguardiente, y lea  El Colombiano.

“Los Romanceros” se han convertido- poetas de la canción- en los ángeles buenos que conquistan para sus pupilos a aquellas de corazón duro. Por eso es por lo que el “Gordo” González, suele preguntar al hacer la selección de las serenatas: “Cuénteme…y ella es…”.
El interesado pondrá el calificativo: ”Insensible”, “Adorable”, ”Indiferente”,   ”Inconquistable”. Los novios dicen que después de las serenatas  todas quedan de un mismo color y sabor: dulcesitas.

Se cuenta que un “candelero”, de aquellos que suelen acompañar a los novios en plan de serenata, tan pronto como terminó el mini-concierto nocturno, estaba enamorado y no sabía de quién.
En noches como la que antecede al día de los enamorados, se oyen canciones como “Chacha Linda”, “Paraíso Soñado”, “Fe Verdadera”, “Bendición Celestial”, y claro, “Chiquilla”.

Los novios de Medellín que no hayan tenido como jefe de relaciones públicas a Alberto González, son muy pocos. Alberto González ha tenido que recibir en su mesa a jovencitos “empantanados en sus propias lágrimas y en los primeros traguitos, que ponen un poco de más pena en la amargura”.
“Alberto, no hay cura que valga… usted es el único que puede dar el bálsamo para esta herida”, suelen decirle los “pacientes” diarios.
De los sentimientos  de los enamorados nació en Medellín la industria de las serenatas porque de ellas viven muchas familias de músicos. Es un aspecto, el más  romántico, y quizás un poco ignorado de Medellín.
Alberto González les responde siempre que “no se preocupe, hombre, que casos peores nos han tocado”
Viene entonces la “confesión de boca”. Con base en esas “pistas” los tres romanceros, elaboran la nómina de canciones que se registran en la tarjetica  que se tira por debajo de la puerta, cuando el repertorio ha sido consumido.
Los serenateros viajan siempre en taxi, porque muy pocas veces los enamorados tienen auto propio.

Nunca ha habido un sueño más profundo y más liviano que antes de una serenata, en las jóvenes.
Cuando las guitarras rompen junto a la ventana, las primeras notas, si la casa es habitada por varias chicas, comienza el revoloteo y la consabida señal de encender y apagar la luz, como para decir “aquí estoy pues”. Si la “víctima” no es sino una, las primeras notas de la serenata equivalen a un golpe, de aquellos que quitan el conocimiento. Generalmente vienen las lágrimas –quienes digan que no es así, no dicen la verdad-. Llanto de pura verdad, aun cuando el oferente caiga tan gordo como una tonelada.
El paroxismo viene cuando Los Romanceros repiten ese verso tradicional de “Chiquilla”:
…y  si el sol de la mañana/ al besar tu cabellera/hace que tu más me quieras/ qué lindo es cantar chiquilla/
Después… ya nada hay para hacer. Se pierde el hilo de la historia, y se penetra en la leyenda, “La leyenda de Los Romanceros”

¡Levántate¡ que trajeron serenata
(Publicado en El Colombiano, de Medellín, en noviembre 3 de 1988)
Texto: Margaritainés Restrepo Santa María

¿Qué es lo que le quiere decir? Pues que estoy tragado, que me gusta mucho, que la quiero, pero lo que pasa es que ella está últimamente como rara. Bueno. Podríamos empezar con “Despierta”. ¿Pero ustedes  ya son novios o qué? Sí, hombre. Entonces, si las cosas no andan como tan bien, ¿qué tal si le ponemos la segunda, “Usted”? Listo… y para terminar, para que a ella le quede su espinita, no lo piense más, la apropiada es “Serenata de amor”.
Dos o tres músicos que consigue en El Escorial o el Crillón. Un muchacho enamorado. Una noche. Dos o tres tragos. Y, quizá, la luna. Con eso basta. Y ¡allá vamos¡

…Es esa. La del balcón con matas. El taxi disminuye la velocidad y estaciona, sin hacer ruido. También, en silencio, se bajan ellos. ¿Cuál es?
Esa, la de la izquierda; esa es la ventana de ella.
Y se escucha el sonido de los instrumentos que afinan Los Romanceros… Y ¡arrancamos¡ ¡Perfecto¡…
“Despierta, dulce amor de mi vida, despierta si te encuentras dormida. Escucha mi voz, que llega hasta tu ventana...”
¿Será que no oye? ¿Qué pasa? No hay luz ni movimiento en ese cuarto. Ahora seré tan de buenas que se fue a dormir donde la abuelita… ¿Cuál sigue, cuál sigue? Los músicos lo interrumpen. Será darle a la segunda…”Usted es la culpable de todas mis angustias, de todos mis desvelos. Usted…”

¡Levántate Luisita, trajeron serenata¡…¡Serenata¡, Luisita, ¡Despiértate¡

En las servilletas
Los niños hacían ramilletes espirituales para sus madres:”Treinta misas, treinta comuniones, diez sacrificios, treinta rosarios, treinta meditaciones”. Pero ese mundo sencillo y limpio, también tocaba a los grandes. Chicos y chicas improvisaban versos. Los novios intercambiaban sus anillos de grado.
En las heladerías, a las amigas les firmaban servilletas. Gloria se emocionaba porque Cochise le había mandado saludes, sin conocerla. Y Amparito guardaba sigilosamente, esa fotografía en que aparecía con su traga, dentro de un corazón y con la leyenda “Es  tuyo”, al lado.
“La gloria eres tú”, “Novia mía”, “Esta noche”, “Un minuto de amor”, “Realidad y fantasía”… Era muy “in” tener cuaderno de boleros. Y, a falta de cuadernos, una libreta. Era muy “in” que los muchachos cargaran cancioneros. Y que los fólderes de estudio, se llenaran con pensamientos lindos, llenos de optimismo y sentimiento.
Te está pensando…
¡Levántate Luisita ¡  ¡Serenata¡
Fe en el amor eterno. Convencimiento del amor ingenuo…Yo creo que le gusto, porque me miró de frente…A Gloria le llevaron tres serenatas en una noche, él está supertragado, comentan en la cuadra… ¿Sabes que a Beatriz le gusta Luis Fernando?...
Juguemos a contestar el cuaderno de las adivinanzas. ¿Dónde estudia?, ¿Cuál es su número de teléfono?, ¿Dónde vive?, ¿Cuántos años tiene? Hasta que dan con el nombre del muchacho. Y otras jugaban al azar sencillo, en páginas que llevan escritas cien posibilidades. Escoja un número entre cero y cien. ¿Treinta y siete? A ver, te  está pensando…

 La chica coleccionaba las cajas de chicle que él le había regalado. Él las contraseñas de cine y de los espectáculos. Escribía la fecha, el año, la hora, si es del caso. Y guárdela con esas calcomanías de universidades gringas que le dio el de la esquina hace tres años.
¡Levántate¡ Luisita, que trajeron serenata. Y es con Los Romanceros, pa´ que lo sepa.
Por los veinte, por los quince, porque estamos peleados, porque ella se va, porque estoy tragado. Con o sin voladores incluidos. Solo o con dos amigos, en grandes barras. Siempre había “un motivo nuevo”, para llevar serenatas en los sesentas. Tríos Los Romanceros, Grancolombiano,  Emilio Murillo, Los Albinos, Antioquia. Duetos Espinosa y Bedoya…
¡Levántate ¡ Luisita, que trajeron serenata. Acérquese a la persiana para mirar de reojo. Prenda una luz con disimulo.
Y en muchas serenatas se escuchaba…”Chacha linda”, “Ansias de amar”, “Tu eres mi destino”, “Queja de amor”, “Únicamente tu”, “Sin un amor”, “Amorcito corazón”, “Quisiera ser”, “Espérame en el cielo”, “Lejos de ti”.
Y a muchas chicas les cantaron…”Fe verdadera”, “María Elena”, “Cuánto te quiero”, “Novia mía”, “Reloj”, “Enamorado de ti”, “Contigo aprendí”, “Amémonos”, “Negrita”, “Me llevarás en ti”.
¡Trajeron serenata¡…”Uno se tomaba textualmente las canciones”. Unas felices por esa sorpresa. Otras combinaban “rabiecita” al sentimiento…
¡Serenata¡ Y a todas les quedaba su tarjeta…¡Échela debajo de la puerta¡
¡Serenata¡ Luisita, ¡Levántate¡…
Es que es la tercera de la noche y estoy cansada… ¿Serían los sesentas, los años de los últimos románticos?


Las empresas disqueras

Desde el año 1948 Los Romanceros empezaron a hacer grabaciones de sus principales interpretaciones. Precisamente en ese año, estando con Ulpiano Morales, viajaron a Cartagena enviados por Don Antonio Botero, para que grabaran cuatro números en Discos Fuentes, del señor Antonio Fuentes. A propósito, esta empresa fundada en el año 1934, fue la primera compañía fonográfica establecida en el país. Las canciones que grabaron Los Romanceros fueron, “Serenata de amor” del compositor Jaime R. Echavarría,  el vals “Experiencia”, el pasillo “Un triste despertar”, y el bambuco “Rosa linda”. Cuando terminaron de hacer las grabaciones, Antonio Fuentes le pidió al trío que se quedara unos días más en Cartagena. La idea de él era que Los  Romanceros le animaran algunas reuniones que tenía en mente. Ellos  sabían que el empresario estaba acostumbrado a que los músicos le trabajaran a cambio de licor. Le dijeron que ellos ya eran profesionales, que tenían responsabilidades en Medellín y que, si no tenían que hacer más grabaciones, regresarían de inmediato a Medellín. Así lo hicieron.

En 1950 estando con Lito Paniagua, realizan una segunda grabación. Esta vez fue con la empresa Lyra de Antonio Botero. Grabaron en tal ocasión el porro “El sabrosón” y el número “No me explico”. El contrato esta vez fue con regalías. Al trío le pagaban según lo que se vendiera. Algo bien curioso ocurrió cuando, al cabo de varios meses, fueron a reclamar sus regalías. Aparecía que “No me explico” se  había vendido muchísimo más que “El sabrosón”. Eso no podía ser posible porque ambos números estaban en el mismo disco. Cuando le hicieron el reclamo al señor Botero, éste contestó “No me explico”. Esa fue la segunda experiencia del trío con los empresarios de discos.

En 1953 grabaron en discos Victoria de Gustavo Cardona. Este fue el mejor contrato que hicieron en toda su vida. Les pagaron una cantidad fija el día de la grabación, y no hubo regalías. Con Enrique Aguilar como tercer integrante del trío, esa vez grabaron, “Desde que llegaste” y “Navidad sin amor”.

En los cuatro años siguientes grabaron varios discos, primero con Enrique Aguilar y luego con  Copete, en la empresa Codiscos, con el sello Zeida. En este período sacaron  dos discos de larga duración. El primero se llamó “Nocturnal”, y tenía ocho números; el segundo fue, “Soñar con Los Romanceros”, y tenía doce piezas. Después la empresa volvió a editar este mismo disco pero con nombre diferente, lo llamó “Para soñar contigo”. Grabaron además con Copete, otros ocho números, pero no en disco de larga duración, sino en discos separados de 78 RPM.

La última época de grabaciones, desde 1958  hasta principios de los setentas, se hizo en las empresas Sonolux y Ondina. En este tiempo se grabaron los más grandes éxitos de Los Romanceros. El tercer integrante del trío en esos días fue, primero Luis E. Pabón, y por último, Tulio Parra. Como los contratos eran por regalías, las empresas reconocieron muy poco dinero al trío por esas grabaciones tan famosas. Era muy difícil para cualquier conjunto musical, contradecir las cifras de ventas que les presentaban las empresas disqueras. Así, por allá a finales de los años setentas, Jorge Valle luego de dejar pasar varios años sin reclamar regalías, se apareció un día por la empresa. Le dijeron que tenía siete mil quinientos pesos, pero que no se los entregaban hasta que tuviera diez mil pesos acumulados. Nunca más se asomó por allá.

No sólo terminaba el trío haciendo gratis las grabaciones, sino que ellos mismos se encargaban de la publicidad, de la “promoción” como se dice ahora. Así, Alberto González iba a algunos almacenes de discos como Sonofoto por ejemplo, que quedaba donde ahora está el edificio Coltejer, a pedir a los vendedores que le hicieran buen ambiente a los discos del trío, cuando llegara algún cliente a preguntar por ellos. También llevaba él muestras de las nuevas producciones a los locutores de algunas emisoras de la ciudad. En Radio Reloj dejaba discos para que los pusieran varias veces al día. En esa emisora estuvieron Arturo Bustamante, que luego fue directivo de fútbol aficionado, Alberto González apodado “Españita”, y Eduardo Villalba, que luego pasaría a las Voz de las Américas.
 En Sonolux, con Pabón, salió el disco “Chacha linda” con doce canciones. Sacaron además algunos números sueltos en discos de 78 RPM. También grabaron allí, con Lucho Ramírez, un disco titulado “Otra primavera”  que tenía doce piezas, ocho de ellas con Los Romanceros, y otro más llamado, “Señores éxitos de Don Lucho Ramírez”, en el que venían cuatro números con el trío. También grabaron en esa empresa números sueltos con el cantante Alberto Granados. A mediados de los años sesentas graba el trío para la empresa Ondina, estando ya Tulio Parra, un disco titulado “Chiquilla” que tenía doce números. Posteriormente con Tulio Parra, nuevamente en Sonolux, sacan Los Romanceros tres discos de larga duración, cada uno con doce canciones. El primero fue “Una vez más”, luego vino “Cosas lindas” y por último, “Quiero amarte”, que fue la última producción del trío.

EVOLUCION MUSICAL DEL TRIO

El Trío Los Romanceros tuvo desde sus inicios una base muy sólida. Dos de sus tres integrantes permanecieron durante los treinta y seis años de existencia de la agrupación. Jorge Valle era un gran músico, compositor, arreglista y muy buen guitarrista. Alberto González siempre fue la primera voz del conjunto y con esa voz le dio identidad al trío. Los Romanceros se reconocían por la primera voz, sin importar la clase de música que tocaran. Apoyados en esos dos integrantes, el conjunto se adaptó en cada época al tipo de música que el medio les exigía. Su primera grabación, como se verá más adelante, fue un porro, luego vinieron pasillos y una canción criolla. Posteriormente un bolero y otro porro. Más adelante grabaron otros  boleros y aparecen las guarachas. En las décadas de los sesentas y setentas interpretan casi exclusivamente boleros, con algunos bambucos y valses. En su última producción incluyeron dos baladas, que era el ritmo que en ese momento estaba reemplazando al bolero. Veamos con algo de detalle cómo fue la evolución musical del trío.

 En los primeros años, Los Romanceros hacían sus grabaciones con muy poco acompañamiento. Tal vez la excepción fueron los dos números grabados cuando Lito Paniagua pertenecía al trío en el año 1950. Con él se grabaron, “No me explico” y el porro “El sabrosón”. Se utilizan en esos dos números, clarinete y ritmos, además de las guitarras del trío. En los años que van desde la fundación del trío en 1945, hasta más o menos 1951, la voz de Alberto González no era muy fuerte. Como él mismo lo dice, era una voz “estilo Julio Iglesias”, muy bien modulada, pero sin potencia. Sólo con el paso de los años y las enseñanzas de Jorge Valle, Alberto fue adquiriendo más potencia y seguridad en las interpretaciones. Eso  mismo ocurre a los vendedores callejeros, o pregoneros, que a medida que pasa el tiempo, se hacen escuchar más, con menos esfuerzo.

 En las grabaciones que se hacen desde 1952 hasta 1957 por lo general se escucha el trío con poco acompañamiento, casi como si estuvieran en una serenata. En esos años Enrique Aguilar primero y luego, Oscar Quimbaya, Copete, hacían parte de Los Romanceros, y se publicó el primer disco de larga duración titulado “Nocturnal”. Ya se observa una gran madurez en la primera voz de Los Romanceros. Basta escuchar las magníficas interpretaciones de “Soñar”, que está incluida en “Nocturnal”,   “Desde que llegaste”, y  “Sinceridad” que aparecen en sendos discos de 78 RPM. La guitarra principal o puntera la hacía casi siempre Jorge Valle. Sin embargo, “Copete” también punteaba en algunas ocasiones con un requinto de cuerdas metálicas. Los arreglos eran obra del mismo Jorge Valle.

De este mismo período son las grabaciones que el trío hizo con el naciente conjunto de Edmundo Arias. Más que decir que el conjunto acompañaba a Los Romanceros, la verdad era que el trío acompañaba al conjunto. Se escucha muy poco la primera voz de Los Romanceros, y más que todo lo que hace el trío, es hacer unos coros de respaldo a Lucho Vásquez, que era el cantante del conjunto. “No esperes que te quiera”, “Pa´ bailar la guaracha” y “El voto femenino”, fueron tres de las canciones de Los Romanceros con el  conjunto de Edmundo Arias.

Había una gran variedad en los ritmos que interpretaban Los Romanceros en esos años. Casi  que parecía que  existieran dos tríos diferentes. Uno, el que tocaba canciones caribeñas, y que tenía el estilo de un trío de Cuba o de Puerto Rico. Algunas piezas  de esta clase son, “¿Quién toca la puerta?”, “Que apellido”, “El jorobao”, “Medio peso”, “El pote”, “Llorá corazón llorá”, “Gato encerrao”, “El mochilón”, y “Cuidaíto compae gallo”. Como el trío era contratado para animar no sólo reuniones y veladas, sino también fiestas, necesitaba tener en su repertorio buena cantidad de esas canciones bailables. Por otro lado, estaban las interpretaciones de boleros y de música del interior colombiano, como algunos bambucos y pasillos. De todos modos, este último tipo de canciones siempre fue la mayoría  en el repertorio del trío. Así por ejemplo, en el disco “Nocturnal”, existen dos canciones caribeñas y seis del otro estilo.

A partir de 1957 empieza una etapa de afianzamiento del trío en los aires románticos. Ni en el disco “Chacha linda”, ni en los siguientes que grabaron Los Romanceros hasta el final, volvió a incluirse la llamada música bailable. Casualmente, esta época empieza con la incorporación de Luis E. Pabón a Los Romanceros. Al inicio de este período, el trío actúa como acompañante de dos buenos cantantes colombianos, como fueron Alberto Granados y Lucho Ramírez. Prácticamente todos los éxitos de estos dos intérpretes se realizaron en unos pocos dos o tres años. Como las grabaciones se hicieron con la empresa Sonolux,  los arreglos  de las canciones en que el trío acompañó a estos dos intérpretes, fueron obra del maestro Luis Uribe Bueno. En estas ejecuciones aparece el piano de Juancho Vargas, y se inicia así la costumbre de Los Romanceros de acompañarse con este instrumento en muchas de sus futuras grabaciones.

 El disco “Chacha linda” marca simbólicamente el inicio de esta época romántica.  Todos los arreglos musicales son hechos por Jorge Valle, y él mismo continúa como primera guitarra hasta la entrada de Tulio Parra al trío en el año 1962. Tulio Parra era un maestro de la guitarra, y  todas las grabaciones efectuadas con él se reconocen por la suavidad y excelente destreza de la ejecución. La voz de Alberto González ya está completamente madura en este período. Se destacan la potencia de su voz y el extraordinario sentimiento que expresaba en todas las interpretaciones.

En el disco “Una vez más”, el trío utiliza plenamente un rico acompañamiento musical. Así, en  ”Fe verdadera” los acompaña un gran pianista boliviano; en “Un momento” y en “Una vez más”, están acompañados por el organista Manuel J. Bernal; en “Negrita” aparece el piano de Juancho Vargas, y en “Cosas como tú” y “Mira que eres linda”, está el violinista argentino Adolfo Podestá. En varias de las piezas interviene además  el bongosero Jairo Yepes.

En el disco “Cosas lindas”, que contiene doce números, entre ellos la canción del mismo nombre, se utilizaron tres guitarras. Esto le dio un sabor diferente al acompañamiento de guitarras que siempre habían tenido los Romanceros. El último disco del trío se tituló “Quiero amarte”, e ilustra muy bien el cambio que ya se había establecido en la música romántica. Aparecen en él, por primera vez en la historia del conjunto, dos baladas, “Quiero amarte” y “Amor de estudiante”, como una confirmación del reemplazo del bolero por la balada, que se estaba dando en todas partes. Terminaba toda una época, y cancelaba sus actividades de treinta y seis años, el Trío Los Romanceros.