A lo largo de todo su recorrido, Los Romanceros animaron muchas reuniones
sociales,fiestas, serenatas y se cruzaron con importantes personajes de la vida artística y cultural del momento. He aquí algunas de estas historias...
En 1951 Los Romanceros se presentaron varias veces en el club Campestre de
Medellín.
Ese club tenía por entonces, una orquesta de planta que estaba causando furor en
toda la ciudad. Se trataba de la orquesta de Lucho Bermúdez e interpretaba tanto
ritmos costeños como del interior, con una gracia y una calidad que causaba
admiración. Cuando la orquesta terminaba una tanda, el trío Los Romanceros iba
de mesa en mesa atendiendo solicitudes de los asistentes. Así se alternaban cada
noche.
En alguna ocasión en 1950 coincidieron la orquesta de Lucho Bermúdez y Los
Romanceros en un programa radial por la Voz de Antioquia.
Ese día hasta actuaron en compañía, porque el trío le hizo el coro a Matilde Díaz
en la interpretación de la guajira “Tierra Antioqueña”, creación del mismo Lucho
Bermúdez.
De este evento quedó una fotografía de recuerdo. Todos esos contactos, sumados
a la relación que Jorge Valle y Lucho Bermúdez habían establecido en otra época
en Cartagena, fueron creando una cierta camaradería, entre los integrantes de Los
Romanceros y el maestro de Carmen de Bolívar.
En el barrio Robledo de Medellín, se construyó a mediados de la década de los
años cuarentas una casa finca muy particular. Se trataba nada menos que de
“Salsipuedes”.
En honor a esta casa campestre compuso Lucho Bermúdez en 1948, el porro que
lleva el mismo nombre.
La propiedad pertenecía al músico, escultor y decorador Jorge Marín Vieco. Este
artista convirtió su casa en un sitio de acogida de artistas e intelectuales que iban
allí por varios días, o aún meses, a compartir sus vidas con las de la familia del
maestro Marín Vieco.
En “Salsipuedes” estuvieron entre otros, además de Lucho Bermúdez y su familia,
el músico Gabriel Uribe y su niña, que después sería la gran pianista Blanca Uribe,
el gran pintor y caricaturista Horacio Longas, los poetas Pablo Neruda, León de
Greiff,Jorge Artel y el escritor nadaista Gonzalo Arango. Precisamente este último
escribió sobre esta casa finca: “Salsipuedes es la humildad misma. Pero el amor,
los sueños, la creación, consagraron esta morada en un templo al espíritu“.
Jorge Marín Vieco
A mediados de los años cincuentas Lucho Bermúdez invitó a los integrantes de
LosRomanceros a pasar una velada en “Salsipuedes”. Fueron también invitados
esa noche, el gran cantante de boleros chileno Lucho Gatica y la cantante y actriz
mexicana Elvira Rios.
Lucho Gatica se hizo famosísimo en toda América Latina por su interpretación de
boleros como “Espérame en el cielo”, “Bésame mucho”, “El reloj”, “Sabor a mí”,
“Contigo en la distancia”, y otros más. En aquella ocasión Gatica, en medio de la
reunión sacó su guitarra y de una forma magistral empezó a ejecutar varias de sus
famosas canciones con su voz profunda,en la que se percibía un sentimiento y una
suavidad especiales.
Elvira Ríos fue la primera mujer en cantar boleros en América Latina; algunos la
ponen al nivel de José Mojica. Tenía una voz dramáticamente grave, que le daba
un tono especial a sus interpretaciones. Entre sus éxitos estaban “Vereda tropical”
y “Solamente una vez”.
Al terminar la velada musical, se largó un fuerte y prolongado aguacero, que hizo
que todos tuvieran que esperar un buen rato antes de emprender el regreso a
Medellín. Durante la espera, mientras escampaba, Lucho Bermúdez lanzó una
carcajada diciéndoles a todos: “Por eso esta casa se llama así, sal si puedes”.
En otra ocasión, en el año 1953, se celebraba una fiesta de disfraces en el club
Campestre. Todos los asistentes, incluidos los músicos, tenían que ir de
disfraz. El trío iba a participar en esa celebración junto con la orquesta de
Lucho Bermúdez. Jorge Valle salió de su casa disfrazado de pirata, con un
ojo tapado y todo el atuendo característico de ese personaje. Estuvo
un largo rato tratando que un taxi le parara para ir al club. Todos los taxistas
al verlo con esa vestimenta, seguían derecho; probablemente pensaban
que era un chiflado. Finalmente Jorge decidió regresar a su casa, se quitó
el disfraz, lo guardó en una bolsa y luego de vestirse normalmente, ahí sí
pudo tomar un taxi.
El
maestro Lucho era muy amistoso con los integrantes de Los
Romanceros. Cuando
alguien le preguntaba por una buen trío para
animar alguna fiesta o reunión, él
siempre recomendaba, empleando
términos muy elogiosos, a Los Romanceros.
Cuando
él vivía en la carrera Córdoba a unas dos cuadras del parque
de Boston,
invitaba a Jorge, Alberto y Esnoraldo Gil que era el tercer
integrante del
trío, a comer en su casa unos deliciosos tamales
que le hacía una señora
especialista en esa vianda.
En
una ocasión, ya estando el trío con Enrique Aguilar, invitó no
sólo a Los
Romanceros sino también al gran cantante cubano
Miguelito Valdés, “Míster babalú” como se le conocía en todo el
continente,
y que en ese momento se encontraba realizando una gira por varios
países.
Él era un maestro para cantar no sólo música afrocubana, sino también
guarachas y boleros. Muchos estudiosos consideran que Celia Cruz en lo
femenino
y Benny Moré con Miguelito Valdés en lo masculino son, como
intérpretes, los
más grandes fenómenos de la música popular cubana
de todos los tiempos.
Casualmente,
Alberto González cuando tenía unos diez y siete años,
por allá en 1939, había
presenciado la actuación en el Teatro
Colombia de Barranquilla de Miguelito
Valdés con la Orquesta Casino de
la Playa. Allí interpretó, entre otros
números, dos de sus más grandes
éxitos como fueron “Babalú” y “Bruca maniguá” En sus actuaciones
se cruzaba
a un costado la tumbadora y con su voz y ritmo africano iba
hechizando a la
concurrencia. Miguelito a pesar del diminutivo de su nombre,
era un hombre alto
y acuerpado, cipotudo. En la invitación que les
hizo Lucho Bermúdez, “Mister
babalú” y Enrique Aguilar se lucieron
comiendo tal cantidad de tamales, que
asombraron, en medio de las
bromas, a los demás convidados.
Sin
embargo, la presencia de Miguelito Valdés no fue la única sorpresa
agradable en
esa ocasión. También estuvo en la tamalada, nadie menos
que Anselmo Sacasas. En
la gira venían Miguelito como cantante y
Anselmo como pianista.
Anselmo
Sacasas hizo historia en la música de
Cuba. Fue uno de los
fundadores de la célebre orquesta cubana “Casino de la
Playa”,
y aunque oficialmente él no era el director, sí era quien hacía todos
los arreglos. Sacasas tiene el privilegio de haber introducido los
grandes
solos de piano en las orquestas cubanas; es lo que
se llamó el piano montuno.
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