viernes, 24 de septiembre de 2010

Jorge Valle

Jorge Valle fundó el Trío Los Romanceros y creó  la inmensa mayoría de los arreglos de las canciones que interpretaron. Así mismo, fue el guitarrista principal durante buena parte de la vida del conjunto.
Jorge Soberón Valle, conocido artísticamente  como Jorge Valle, nació en Guayaquil, Ecuador en 1913. En su séptimo cumpleaños, uno de sus abuelos le regaló una guitarrita, con la que empezó su afición por este bello instrumento. En 1925, de sólo  doce años de edad, decidió enrolarse como ayudante de marinero, o grumete, en barcos de carga.  Fue así como Jorge empezó a viajar entre Guayaquil y algunos puertos sobre el Pacífico de los Estados Unidos. Ese recorrido lo hacía varias veces cada año. En algunas ocasiones viajaba en barcos que transportaban petróleo y, como se sabe, en este tipo de embarcaciones, una vez vaciados los tanques siempre queda un resto del combustible que sólo puede sacarse manualmente. Esta porción  se la regalaban a la tripulación, y debido a la pequeñez de su cuerpo de niño, Jorge era el encomendado para meterse en los depósitos con el fin de ir extrayendo poco a poco lo que había quedado allí.

En 1933 Jorge decidió quedarse en los Estados Unidos. La ciudad escogida para su nueva vida fue Los Ángeles en California. Esta urbe contaba en ese entonces con algo más de un millón de habitantes, pero su área metropolitana tenía casi el doble. Era  una ciudad sumamente difícil. Coexistían en medio de muchos conflictos las comunidades blanca, negra y latina; ésta última compuesta casi exclusivamente de mejicanos. Debido a la crisis económica mundial de principios de los años treintas, se presentó una situación de inestabilidad y pobreza en todas partes, incluida América Latina. Cuando los Estados Unidos empezaron a superar ese trance, un gran número de  mejicanos emigró hacia el país del norte. California por la cercanía geográfica fue uno de los estados que mayor número de inmigrantes recibió. La respuesta inmediata de las autoridades estatales fue  deportar masivamente a miles de extranjeros. En la sola ciudad de Los Ángeles se autorizaron más de veinticinco mil deportaciones a principios de esa década.

Además de las fricciones interraciales que se presentaban, Los Ángeles tenía un serio problema de corrupción. En la Alcaldía y en el Departamento de policía estaba el foco de descomposición. Eran frecuentes los atentados dinamiteros contra aquellas personas que se oponían a las autoridades corruptas. Abundaban por otra parte pandillas de jóvenes desempleados, que trataban de sobrevivir a cualquier costo. A esta ciudad fue a la que llegó el joven Jorge Valle en el año de 1933. Múltiples cicatrices en su cuerpo, hechas con arma blanca, quedaron como recuerdo de esta difícil época que vivió el futuro músico ecuatoriano.
Una vez superados los primeros tiempos de inestabilidad y violencia Jorge se dedicó de lleno a estudiar música. Guitarra y armonía fueron los dos campos a los que se dedicó en los años siguientes. Esos estudios lo prepararon para ser el gran arreglista, compositor y guitarrista que, algunos años más adelante, en efecto fue.
 Alternaba sus estudios musicales con la actuación como bailarín en cabarés y guitarrista acompañante. En el año 1938 deja Los Ángeles y parte para Nueva Orleáns. Esta es una ciudad sumamente peculiar. Allí estaba la sede principal del  jazz, ese ritmo que con sus famosas bandas y orquestas revolucionó la música popular norteamericana en los años treintas y siguientes.

El jazz nació alrededor de 1895 en Nueva Orleáns y combinó elementos de ragtime, que es una música fuertemente sincopada en un ritmo rápido, música de bandas para marchas y blues, que se caracterizan por un ritmo lento y melancólico. Lo que diferenció al jazz de estos estilos anteriores a él, fue el uso amplio de la improvisación, a menudo realizada por más de un ejecutante al tiempo. El jazz representó así un quiebre en las tradiciones musicales de occidente, en donde el compositor escribía una pieza de música sobre el papel y luego, los músicos trataban de tocar lo más fielmente posible lo que se les entregaba. Por el contrario en el jazz la canción es sólo un punto de partida o marco de referencia, para que los músicos improvisen alrededor de ella. La canción original podría haber sido una cancioncilla popular  o algún blue que ellos no compusieron, pero cuando terminaban la ejecución habían compuesto una nueva pieza que a menudo se parecía muy poco a la canción original. Muchos de esos músicos virtuosos no eran buenos lectores o a veces, ni siquiera sabían leer música, pero a pesar de eso su ejecución electrizaba a la audiencia. La música espontánea que creaban expresaba una alegría y un sentido de la aventura radicalmente diferente al de la música de esa época.

 Los estudios que había hecho en California, le permitieron a Jorge Valle aprovechar al máximo ese ambiente musical tan original que se daba en Nueva Orleáns. Algunos años más tarde, Jorge reviviría las improvisaciones típicas del jazz. Como guitarrista improvisaba a dueto con el gran pianista argentino Fatty Montero en el intermedio de las presentaciones que el Trío Los Romanceros y la Orquesta de Lucho Bermúdez, de la cual era pianista Fatty, hacían en el club Campestre de Medellín.

Al inicio de la segunda guerra mundial, y debido a la dificultad para conseguir la autorización de residente, Jorge salió de los Estados Unidos. Esta vez su nueva casa fue Méjico. Allí hizo gala de todos los conocimientos que había adquirido en Los Ángeles. Durante los dos años que permaneció en ese país  actuó con el famosísimo trío Calaveras. Este trío  significó a finales de la década de los treintas y los primeros años de los cuarentas, lo que en los años posteriores representaría el trío Los Panchos en su llamada época de oro; época en la que fue llamado con justicia el mejor trío del mundo. Vinculado al trío Calaveras, el músico ecuatoriano, luciendo la vestimenta típica del poncho y sombrero mejicano, participó en una película de largometraje sobre algunos acontecimientos ocurridos durante la revolución.
La permanencia de Jorge Valle en Méjico fue muy fructífera. Allí conoció e interpretó el huapango; posteriormente ya en Colombia, cuando hacía parte del trío Los Romanceros, compuso una pieza con este ritmo, titulada “El llanero”. El huapango, o más propiamente huapango huasteco, es un tipo de son que se deriva de la música prehispánica, de repertorios conocidos por negros y mulatos y de fandangos y seguidillas españoles que se arraigaron en Méjico en el siglo XVIII. El cantante de huapango utiliza repetidamente el falsete y requiere de un registro agudo. Un ejemplo típico de falsete es el canto de “La Malagueña”, en donde el cantante con su aguda voz, sostiene la respiración tanto como puede, mientras el público admira emocionado la habilidad y resistencia del solista.  El huapango se puede considerar también como sinónimo de son huasteco. No existió ningún conjunto como el trío Calaveras para interpretar huapangos y sones huastecas.

Con el trío al que pertenecía en Méjico, Jorge Valle hizo giras por varias ciudades de esa nación, y en cierta ocasión llegó hasta Nicaragua. Entre algunas de las  presentaciones que hicieron en este país centroamericano, amenizaron una reunión de homenaje al dictador nicaragüense Anastasio Somoza P. De ese evento quedó de recuerdo una fotografía.

En el año de 1941 encontramos a Jorge Valle en Colombia, concretamente en Cartagena En esta ciudad formó  el Trío Armónico Los Romanceros. A propósito, este nombre lo sacaron entre el mismo Jorge Valle, y el señor Antonio Fuentes que era el dueño de la emisora Fuentes y de la empresa de discos Fuentes, primera fábrica de discos que existió en el país. Unos veinte años más tarde cuando ambos estaban viviendo en Medellín, Jorge le dio aceleradamente unas clases de guitarra eléctrica a Antonio Fuentes, para que éste, con arreglos del maestro Luis Uribe Bueno, sacara sus álbumes titulados “Cuerdas que lloran”, en la que Fuentes se lució tocando lo que se llamaba una guitarra eléctrica hawaiana.
 Además del mismo Jorge,  componían el nuevo trío los músicos cartageneros Carlos Romero y Eduardo Fernández. Este conjunto realizó giras por varias ciudades de la Costa Atlántica, como Montería, Santa Marta y Barranquilla. En Cartagena. Jorge conoció a Lucho Bermúdez quien unos pocos años después sería considerado como uno de los grandes maestros de la música popular colombiana.  Lucho se había establecido en esa ciudad desde 1940, y ya era director de la Orquesta Emisoras Fuentes, llamada después Orquesta del Caribe. Jorge Valle  con sus dos compañeros de trío deciden viajar a Medellín, y en efecto, arriban a esta ciudad en febrero de 1944.

Poco tiempo después, cargado con los instrumentos de su orquesta, Lucho Bermúdez también se viene para Medellín. El maestro Bermúdez tomó esta ciudad como centro de sus actividades, aunque frecuentemente salía de ella para presentarse en otros sitios del país y del exterior. A principios  de los años sesentas se radicó definitivamente en Bogotá. Por su parte, para Jorge Valle había terminado el peregrinaje que empezó desde que hizo sus primeros viajes siendo todavía un niño.  Medellín sería desde ese momento la sede definitiva para este gran músico ecuatoriano. Un año y medio más tarde, en octubre de 1945 formaría, junto con el cantante barranquillero Alberto González, el Trío Los Romanceros. Estos dos compañeros permanecieron unidos durante los treinta y seis años de existencia del conjunto.



 

El Jazz 

El jazz nació alrededor de 1895 en Nueva Orleáns y combinó elementos de ragtime, que es una música fuertemente sincopada en un ritmo rápido, y música de bandas para marchas y blues, que se caracterizan por un ritmo lento y melancólico. Lo que diferenció al jazz fue el uso amplio de la improvisación, donde la melodía o tema central es recreado libremente en cada ejecución.  

 

El huapango 

El huapango, o más propiamente huapango huasteco, es un tipo de son que se deriva de la música prehispánica, de repertorios conocidos por negros y mulatos y de fandangos y seguidillas españoles que se arraigaron en Méjico en el siglo XVIII. El cantante de huapango utiliza repetidamente el falsete y requiere de un registro agudo. Un ejemplo típico de falsete es el canto de “La Malagueña”, en donde el cantante con su aguda voz, sostiene la respiración tanto como puede, mientras el público admira emocionado la habilidad y resistencia del solista.  El huapango se puede considerar también como sinónimo de son huasteco. No existió ningún conjunto como el trío Calaveras para interpretar huapangos y sones huastecas

 


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