domingo, 3 de octubre de 2010

Serenata al medio día

Tenía Alberto González unos quince años de edad cuando entró a trabajar en el Garaje España fundado en 1927 por el catalán Pablo Morell. Allí se guardaban y lavaban carros, y existía además una bomba de gasolina. Al joven González le tocaba llevar la cuenta de la gasolina que se consumía, y también llevar los vehículos que los clientes dejaban en el patio hasta colocarlos en las celdas de parqueo. Debía poner mucho cuidado  que los otros empleados del negocio no sacaran los carros a dar una “vueltecita por ahí”, sin el permiso de los dueños. Al lado del garaje, que a propósito tenía una fachada republicana muy bien lograda, estaba la casa del señor Morell. Este tenía tres hijas, entre los trece y quince años de edad. Aquí viene la música. Como Alberto se mantenía cantando y le gustaba una de las niñas, cuando estaba desocupado, y a veces sin estarlo, pasaba a cantarles desde la calle. Ellas se asomaban al balcón a recibir esa serenata diurna. Parado en la mitad de la acera, con los brazos abiertos y dirigiéndolos hacia ellas, les cantaba así: ¿Dónde estás amor, cuándo vienes a mí?,… y ahí seguía con la canción,… y luego otra más,… y ahí viene Don Pablo. Porque cuando el catalán se daba cuenta de la serenata, se acercaba al cantante y le decía: “Vamos, tu cantas muy bien, pero vete a trabajar”. Seguramente estas fueron las primeras serenatas que dio en su vida el futuro romancero.

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