miércoles, 15 de julio de 2015

DONDE SE MENCIONA A LOS ROMANCEROS EN LA WEB- AQUELLOS DICIEMBRES

AQUELLOS DICIEMBRES
En los 40 aparecen artistas como Mirtha Silva y Carmen Pernett, quienes incluyeron en su repertorio el tema de mayor consagración decembrina y que poco recordamos, cuyo compositor es Eduardo Lemaitre. Sebastián rómpete el cuero/ si pretendes la muchacha,/ que una casa no se arregla/ con tripas de cucaracha .
Pero indiscutiblemente el primer tema guapachoso y decembrino, vino grabado desde México, cantado por una pareja, que se denominaba Pepe y Chabela. Este tema se llama 24 de diciembre, y su creador fue el mono González, un antioqueño que cantó en la Voz de Antioquia y se hacía acompañar por un trío. Quien vino a rescatar esta composición del anonimato y la puso en tiempo de porro, fue el hombre del Carmen de Bolívar, con la incomparable Matilde Díaz. También debemos recordar que por aquellos años se bailaba con las notas los picó o los llamados escaparates bulliciosos que hoy existen. Pero tuvo que pasar mucha agua bajo el puente, para que estas conquistaran el interior. Por esos mismos 40 en Bogotá, Emilio Sierra es el conductor y líder del nuevo ritmo, al imponer Vivan los novios, todo un éxito para diciembre. Tanto la orquesta del Caribe y A Número 1, como la Estudiantina Alma Colombiana dirigida por el bogotano Antonio Silva Gómez, se peleaban la representación y se disputaban el mercado; con lo que sin temor a equivocarnos es el inicio de la manifestación urbana de la música colombiana.
El trabajo artístico desarrollado por Bermúdez es de mucho éxito en tierras argentinas; allá también llegaron a triunfar, entre otros compatriotas, Gustavo Fortich (se dice que había grabado los primeros vallenatos), el chocoano Roberto Valencia, el paisa Jorge Monsalve y Bob Toledo. En verdad, aquellos diciembres se llenaron de vida y regocijo. Me duele aquí; Borrachera, Nochebuena y los inolvidables Farrel, Clavell y Alvarez, para finiquitar con Caprichito, tema que lanzara al estrellato definitivo a Matilde Díaz, esta versión hoy en día goza de una impecable ejecución realizada por Juan Carlos Coronel.
Exitos de fin de año El gran Luis Carlos Meyer conquistó a México con nuestros aires tropicales, y nada menos con el Gallo tuerto; un porro que Milciades Garavito firma y que lo vocalizó José Barros, pero posteriormente se le atribuye la citada composición al maestro Barros. Tony Camargo es quien le da vida al Año viejo, que ha convivido por toda una eternidad en la mente del pueblo colombiano. Es el aire musical que se escucha por esta época, su autor es Cresencio Salcedo: Yo no olvido el año viejo/ porque me ha dejado cosas muy buenas,/ me dejó una chiva, una burra negra...
Compae mochila , como amigablemente le decían sus allegados, porque nunca dejó la mochila guajira, también compuso temas como Mi cafetal, etc. Un personaje del folclor colombiano murió como mueren todos nuestros juglares y creadores, pobre y arruinado. Vivió de vender flautas, como también lo despojaron de temas de su autoría como La múcura, El alazán.
Hoy seguimos recordando una voz, una guitarra, un tono nasal, y una forma tan peculiar para cantar. Me refiero más concretamente al gran Guillermo Buitrago, este artista que implanta la música vallenata en guitarra para el interior del país y para la tierra de Francisco el Hombre . Nacido en Ciénaga, falleció a los 29 años a raíz de su alcoholismo y de la tuberculosos que padeció durante sus últimos años; no pudo ni siquiera disfrutar de sus maravillosos éxitos musicales. Comenzó dando a conocer sus melodías en emisoras de Barranquilla, los temas que lo consagraron se interpretaron únicamente con guitarra; pero se recuerdan canciones como el Bachiller y El ermitaño, los cuales tuvieron acompañamiento de acordeón. A Buitrago se le da la autoría de todas sus composiciones, pero se cree que muchos se recolectaron en la provincia o son de extracción popular o folclórica. Todavía lo que se escucha en todos los diciembres: La víspera de año nuevo/ estando la noche serena/ mi familia está de duelo/ y yo gozando a mi morena./ Ron de vinola, Grito vagabundo y muchos otros temas que no pasan de moda, y siguen vigentes en el colectivo popular y en otros sectores de clases. Esta grandeza para el folclor y para el mismo Buitrago, resultó truncada por su desaparición tan prematura y la realidad fue que no pudo conocer esa trascendencia inmensa.
Por eso nuestra música es tan inmensa, si no recordemos a Lucho Bermúdez con Matilde Díaz, al trío Los Romanceros, Amparito Jiménez, la que cantaba Cuando me aprietan bailando yo me siento sofocá , José Barros, Gabriel Romero, Cresencio Salcedo, Lita Nelson, cantando Palobonito. Guillermo Buitrago con Angel Fontanilla y el mocho rubio. Luis Carlos Meyer El Negro , uno de los pioneros del porro costeño y el primer intérprete de El amor amor, Pacho Galán con su Ay cosita linda , Edmundo Arias el difusor de gaitas tan conocidas como Ligia, Diciembre azul, Adolfo Echavarría y por qué no mencionar a ese gran músico Pedro Laza y sus pelayeros, la Sonora Cordobesa con su cantante estrella el Indio Chávez. Aquí también hay que recordar a Ariza y su combo, Rodolfo Aicardy y los Hispanos, Gustavo Quintero y sus Graduados. Merecen un punto aparte y un tratamiento muy especial los internacionales Corraleros de Majagual.
Publicación eltiempo.com
Fecha de publicación 10 de diciembre de 1995
Autor ARMINIO MESTRA OSORIO



DONDE SE MENCIONA A LOS ROMANCEROS EN LA WEB- BOLEROS

BOLERO, LERO, LERO
Nacido en la voz de un juglar cubano de Santiago, donde todos los habitantes anclan en la trova, oído de sinsonte, el bolero latinoamericano viene de Pepe Sánchez, como bien lo enseñó Hernán Restrepo. La fecha pudo ser alrededor de 1896 para luego meterse en las ciudades y crecer hasta desplazar al tango en la década de transición 1940-1950. El Trío Matamoros tomó algunos boleros para su repertorio. Siguieron las voces de Elena Burke, Rita Montaner o de aquel caminante olvidado que se llamó Gilberto Urquiza. Cumbres en la composición: Lecuona, Gonzalo Roig o Portillo de la Luz. Los mexicanos lo expandieron por América Latina y le pusieron un alto toque femenino. Corría el tiempo de la radio y los discos que les dieron un vuelco a las veladas fatigosas de las familias congregadas alrededor del comedor y los rosarios.
Nacido en la voz de un juglar cubano de Santiago, donde todos los habitantes anclan en la trova, oído de sinsonte, el bolero latinoamericano viene de Pepe Sánchez, como bien lo enseñó Hernán Restrepo. La fecha pudo ser alrededor de 1896 para luego meterse en las ciudades y crecer hasta desplazar al tango en la década de transición 1940-1950. El Trío Matamoros tomó algunos boleros para su repertorio. Siguieron las voces de Elena Burke, Rita Montaner o de aquel caminante olvidado que se llamó Gilberto Urquiza. Cumbres en la composición: Lecuona, Gonzalo Roig o Portillo de la Luz. Los mexicanos lo expandieron por América Latina y le pusieron un alto toque femenino. Corría el tiempo de la radio y los discos que les dieron un vuelco a las veladas fatigosas de las familias congregadas alrededor del comedor y los rosarios.
Durante muchos años, el bolero anduvo de la mano con orquestas donde los instrumentos eran de verdad y no electrónicos, orquestas de músicos y no de instrumentos virtualizados. Con esas orquestas cantaron Toña La Negra, Olga Gillot, Elvira Ríos, María Luisa Landín y la desgajada voz de María Victoria, exuberante, sensual. También lo hicieron Pedro Vargas, Beny Moré y Fernando Fernández. Hasta un bolero ranchero se coló en el cine y aparece Pedro Infante. Sería Agustín Lara el más reconocido compositor, intérprete original de boleros sentidos. Sin embargo, los tríos inmortalizaron el bolero al incorporarlo a la serenata. Quién no guarda en su recuerdo las voces de Los Panchos, Los Diamantes, Los Tres Reyes y el legendario punteo del requinto? El Trío San Juan de Puerto Rico, donde brillaron los compositores Rafael Hernández o el cuarteto de Pedro Flores. Con razón musical allí surgieron Daniel Santos, Charlie Figueroa, Tito Rodríguez. Y el Trío Vegabajeño.
El bolero inundó toda la cuenca caribe y se fue hasta el sur. En Argentina descubriría a Leo Marini. En Brasil a Miltinho y Aldemar Dutra. En Venezuela, Sadel y Eduardo Lanz. Julio Jaramillo del Ecuador nos haría suspirar. Colombia, con la calidad de Matilde Díaz en Te busco, y Fantasía Tropical de Lucho Bermúdez. Rafael Mejía, recién desaparecido, produjo Mientras me quiera tú. Carlos Julio Ramírez dejó en alto distintos boleros y el Trío Los Romanceros prendió en las ventanas muchos pentagramas. Evocación, de Edmundo Arias, sigue dándole al corazón en la voz de Carlos Arturo.
Pero, qué es el bolero que después de más de cien años sigue persiguiéndonos en nombre de las agonías del amor? Su territorio cobija los apasionados besos, la colegiala que camina, la despedida del amante que parte, olvido, celos y desamor. El bolero incursiona en los escenarios de los afectos, de los cariños turbulentos o simples. No lo encontraremos nunca en las canchas de fútbol, ni en las historia del cafetín, ni en el abrazo de los amigos y las patotas. El bolero es el rey del corazón henchido, del susurro al oído que baila en una baldosa. Es el sentimiento prendido de una guitarra arisca en una noche trasparente. Está hecho de dulce y de hiel, de versitos de maní, de quédate amor mío que es domingo y llueve en la madrugada.
La decadencia popular del bolero después de los sesenta tiene explicación en dos fenómenos. En primer lugar, la llegada de la canción social, fruto de un entorno político de la izquierda radical, que negaba la música nacional y la literatura por tener ideología burguesa y que explotaron económicamente cancionistas como Mercedes Sosa, Ana y Jaime, Víctor Jara, Violeta Parra, Piero. Y el segundo es la invasión de la música norteamericana, particularmente el rock, mediante los circuitos comerciales de las firmas transnacionales del disco. Ambos fenómenos, de signo políticamente contrario, enterraron el bolero. Entierro concurrente con el bambuco, el tango, el vals peruano y los demás hermanos latinos.
No hay posibilidad de resurrección. Lo que se oye por ahí es la balada, desvaída y casi arrítmica, triste despojo de lo que algún día fue. Brindemos con agua fresca por bongoes, maracas, requinto y los pechos invulnerables a la silicona de la mestiza María Victoria.
Publicación eltiempo.com
Fecha de publicación 14 de septiembre de 2003
Autor Jaime Jaramillo Panesso


DONDE SE MENCIONA A LOS ROMANCEROS EN LA WEB- VOCES Y GUITARRAS EN LA NOCHE

VOCES Y GUITARRAS DE LA NOCHE
Tres jóvenes costeños de pantalón blanco y camisa de color, pelo crespo y largo, al estilo de Pedro el escamoso y acordeón se abalanzan contra un carro conducido por un hombre ebrio e intentan desplazar con el cuerpo a un señor cachaco, que con su guitarra también ofrece sus servicios.
Tres jóvenes costeños de pantalón blanco y camisa de color, pelo crespo y largo, al estilo de Pedro el escamoso y acordeón se abalanzan contra un carro conducido por un hombre ebrio e intentan desplazar con el cuerpo a un señor cachaco, que con su guitarra también ofrece sus servicios.
La escena transcurre en la esquina de la calle San Juan con La 70. Jorge del Mar, el serenatero que casi tumban, se disputa una oportunidad para dar a conocer su arte y negociar el precio.
Por una hora cobramos 80 ó 100 mil pesos, y por una serenata de cinco canciones pedimos 80 mil. Pero el cliente casi siempre viene con 60 mil y a veces ofrecen 40 ó 30 mil aprovechándose de la necesidad y la angustia con que le caemos al carro , cuenta del Mar, quien a sus 65 años le ha dedicado 30 al oficio.
Arreglando linderos.
...Que un hombre que te quiera como yo, no hallarás en tu camino... tú para mí, yo para ti... , entona del Mar afinando su voz, mientras comenta que esta canción, Bendición celestial de Los Romanceros, es la más apropiada para despedida de solteros. Pero los temas que más piden los enamorados son: Cosas como tú, Chacha linda, Canción del alma, El camino de la vida (convertida hoy en un himno) y A unos ojos.
Aunque no faltan las mujeres emparrandadas que le llevan serenata al novio o a la novia,  del Mar cuenta que la mayoría de veces son los novios y a veces, los maridos románticos que no olvidan su noviazgo,  los que solicitan sus servicios.
A los serenateros  los llaman arregla linderos por su efecto en los hogares, pues cuando el hombre está caído con su esposa le lleva una serenata con la canción de cabecera para reconciliaciones: Perdón.
Rara vez la homenajeada no sale a recibir la serenata, pero a veces se presentan situaciones embarazosas como una ocasión cuando terminaban de tocar y llegó el otro también con serenata, o la vez en que la novia llegó a la casa con el otro .
Ary Burbano, jefe de relaciones públicas del Centro Artístico Musical Cooperativo, creado en 1964, que alberga a 30 tríos y cinco duetos, lleva como serenatero 45 de sus 75 años.
El recuerda que a mediados de la década de los años 90 desde el obrero hasta el empleado de banco llevaba serenatas. Eran tiempos en los que se conseguían hasta dos contratos en una noche. Hoy, si mucho obtienen uno a la semana.
“Esto no sirve pa vivir”. “Lo que se gana en un día es pa sostenerse en la semana”. “A veces pasan hasta 15 días sin trabajar” , expresa Del Mar.
Además, hace seis meses la situación se puso peor con la competencia de los grupos vallenatos.
En la única ocasión que se desquitan es en el Día de la Madre, cuando se pueden hacer entre 200 y 500 mil pesos.
Merenderos no, serenateros.
No somos merenderos, pues ellos eran los que hace 50 años, en los pueblos, les decían a sus vecinos que compraran la comida y el trago que ellos cantaban , aclara Albeiro Palacio, otro serenatero, de 46 años, que hace 15 se dedica a este oficio.
Recalca además, que existe mucho compañerismo entre los serenateros, pues si los dúos o tríos no están completos, con los que haya improvisan otro grupo.
Por su parte, del Mar confiesa que lo que menos le gusta de su oficio son los peligros a los que los exponen los borrachos que arrancan en sus carros con los serenateros.
Como el día en que un médico contrató un trío y de la borrachera se llevó la baranda del puente de San Juan. El carro cayó a la autopista, y murieron uno de los músicos y el médico.
Siempre nos tomamos unos traguitos, pero controlados. Cuando venimos de una serenata ya prendidos, a veces rematamos en las casetas de La 70. Por eso este oficio es muy bohemio, porque es muy escaso el que no bebe, dice del Mar.
Así transcurre la vida de estos noctámbulos, cuya jornada laboral empieza cuando cae la tarde y se extiende hasta las 5:00 de la mañana, hora en que pasa el primer bus para regresar a sus casas y dormir hasta las 2:00 de la tarde cuando se levantan a ensayar dos horas antes de salir de nuevo a ganarse la vida.
FOTO/Julio César Herrera EL TIEMPO.
1- Mientras llegan los clientes,  los serenateros del Centro Artístico Musical Cooperativo ensayaban las melodías que interpretan para los enamorados.
2- Albeiro Palacio y Jorge del Mar piratean con otro de los tantos serenateros que se reúnen cada noche en la calle San Juan con la 70.

Publicación  El Tiempo.com

domingo, 5 de julio de 2015

DONDE SE MENCIONA A LOS ROMANCEROS EN INTERNET- JAIME R. ECHAVARRIA

                                 HOMENAJE A JAIME R. ECHAVARRÍA
El próximo viernes, la música colombiana tiene una cita en Cali, con el homenaje que se le rendirá al compositor e intérprete Jaime R. Echavarría.
El homenaje se lo rendirá la Asociación para la Promoción de las Artes (Proartes) por sus 50 años de continua actividad musical como compositor e intérprete.
En el marco de los viernes de Proartes, espacio donde se presentan los grupos y eventos más importantes del folclor nacional, se podrán escuchar algunos de los temas que ha inmortalizado Echavarría.
Que e tienes tú, Me estás haciendo falta, noches de Cartagena, la bien amada y serenata de amor entre otras; que serán interpretados por el mismo Echavarría y la solista invitada María Isabel Saavedra.
El maestro Jaime Rudesindo Echavarría Villegas nació en Medellín en 1923, realizó estudios en el colegio Ateneo Antioqueño y en el Colegio San Ignacio. Su carrera universitaria se orientó por el lado de la nomenclatura y las reacciones químicas. Se graduó en Ingeniería Química.
Aunque nunca estudió música, esta empezó a manifestarse en su trabajo, durante sus labores en diferentes empresas de la nación, Echavarría sacaba tiempo para las notas, los bemoles y la composición.
De esta actividad que nació como un pasatiempo, salieron las musas para temas tan conocidos tanto a nivel nacional como internacional con temas que han salido de voces de agrupaciones como Los Romanceros, El Trío Amerindio, Garzón y Collazos, Los Embajadores, Helenita Vargas, María Dolores Pradera y María Isabel Saavedra.
Además de componer, el maestro es actualmente el gerente de la Asociación Colombiana de Intérpretes y Productores Fonográficos (Acimpro).
Música para recordar, música de nostalgia se podrá escuchar en Cali, música madura de esa que pone a pensar o a soñar en el ser amado será el plato para los románticos el viernes a las 7:30 de la noche.
Publicación eltiempo.com
Fecha de publicación 21 de febrero de 1996
Autor NULLVALUE

domingo, 22 de febrero de 2015

ULTIMO GOLPE...DE SUERTE

Último golpe…de suerte

En los  meses finales del trío, cuando las serenatas eran ya bastante escasas, cierta  noche estaba Alberto González  descansando con la cabeza recostada sobre una mesa de El Escorial. Al verlo dormido varios asaltantes que merodeaban por el sector, se le acercaron con el fin de atracarle. Afortunadamente otros músicos que estaban por allí les echaron el cuento para que dejaran tranquillo al romancero. Era la primera vez en toda la historia del trío  que trataban de robarles  esperando a sus clientes.

En esos días, ya casi nunca daban serenatas. Tulio Parra  se había retirado del trío desde principios del año. Jorge y Alberto seguían bajando a El Escorial, y allí permanecían fielmente esperando toda la noche sin que apareciera ningún interesado en contratarlos. Solos habían empezado en 1945 y solos estaban terminando en 1981. Alberto volvía caminando a su hogar, pues ya no ganaban ni para pagar el taxi. Una de las últimas noches, de regreso a su casa, al pasar el puente de la Calle Colombia, sintió que  una gran piedra rozó su cabeza. Algún escondido atracador trató de tirarlo al suelo con la pedrada pretendiendo robarle lo que no llevaba. Aceleró el paso, y un poco más adelante se encontró en la acera un billete de quinientos pesos. Esto era algo de dinero en ese año  de 1981. Llegó a su casa un poco frustrado, tras otra noche más en blanco. No sabía en ese momento que esos pesos que se encontró fueron lo último que recibió como romancero.

 Estaba en esas semanas, algo enfermoso de una taquicardia que lo venía  afectando. Una de sus nueras al verlo en el estado en que se encontraba, le dijo delante de algunos de los hijos de él, que ya había llegado el momento de su jubilación; que de ahora en adelante debería empezar a disfrutar otro modo de vida. Todos aceptaron esa idea que desde hacía algún tiempo se veía rondar insistentemente  por su casa, y por la de Jorge su compañero de “toda la vida”. Ese mismo día decidieron Jorge y Alberto  que la historia del Trío Los Romanceros  podía darse por concluida. Era el 28 de septiembre del año 1981.

martes, 13 de enero de 2015

QUE PELIGRO!

¡Qué peligro !



A mediados y finales de los años setentas, el centro de la ciudad se iba volviendo cada vez más peligroso, especialmente en las horas de la noche. En las afueras del bar Primero de Mayo, situado a pocos metros de El Escorial, era frecuente ver grupos de travestis esperando clientes para irse con ellos, o a peatones que por allí pasaban, para asaltarlos. Y  se veían también, detectives y policías dedicados a reprimirlos  violentamente. Algunas veces, los atacaban, les rompían su femenil vestimenta,  y los golpeaban; otras veces se los llevaban, no se sabe para dónde. Cuando llegaba la llamada autoridad, los disfrazados de mujer, corrían a esconderse. En una ocasión estando Alberto en la puerta de El Escorial, normalmente allí se encontraba, porque él era el que hacía los tratos con los clientes, un travesti asustado y tembloroso lo tomó del brazo suplicándole que si la policía que ya estaba allí se le acercaba, Alberto dijera que él, es decir el travesti, era su esposa. Que por favor lo salvara. Alberto lo tomó del brazo como si fuera su novia, hasta que la policía abandonó el lugar.

En otra ocasión, un hombre muy envalentonado llegó al bar Primero de Mayo. Puso su revólver sobre el mostrador con cierta altivez y levantando la voz dijo agresivamente, que él sabía que por allí había muchos atracadores. Que a ver, quién era el macho que se iba a meter con él. Casi inmediatamente, desde atrás le pusieron un revólver en la cabeza, recogieron el arma que él había puesto en el mostrador y le vaciaron los bolsillos. Salió de allí asombrado y  estremecido. Nunca más volvió.

Un cliente debía a Los Romanceros desde hacía bastante tiempo, unas serenatas que no había pagado. El muchacho aquel fue esa noche a El Escorial, y Alberto aprovechó para recordarle la deuda. El joven se puso sumamente agresivo y empezó a insultar al romancero. Este para calmarlo le respondió dándole un empujón en el pecho. El hecho es que ese individuo, empezó a perseguir a Alberto alrededor de los carros que estaban allí parqueados sobre la Avenida La Playa. Trataron de calmarlo, pero cada vez se ponía más violento. Los otros músicos y clientes allí presentes, le hicieron pantalla a Alberto para que, sin que el joven lo notara, entrara al restaurante a esconderse. Allí permaneció él un largo rato hasta que el muchacho drogado se retiró.

Otra vez, un detective a quien apodaban Pilatos, empezó a tomarle  odio  a Jorge Valle. Ese individuo, no se sabe por qué, no podía ver al romancero. Decía de él que era un engreído, y que iba a matar a ese ecuatoriano... y remataba con un vulgar y agresivo epíteto. Jorge Valle, era una persona absolutamente pacífica. No molestaba ni se metía con nadie. Por las noches, mientras esperaban la llegada de algún cliente, Jorge se sentaba en una mesa a leer el  periódico, hacer crucigramas, y tomar tinto. Cuando alguien se acercaba a él, el músico casi siempre  respondía con una sonrisa. La situación se  volvía cada vez más tensa, con las continuas amenazas del detective. Este individuo era dueño de un local en la zona de prostitución  de Lovaina. Un día en que estaba libre en su oficio de detective, se fue a atender su negocio  personalmente. Cuando estaba allí, llegaron varios sujetos al establecimiento y lo asesinaron de varios disparos. Parece que desde entonces no ha vuelto a asomarse por El Escorial.

El Camc es un centro cooperativo de algunos músicos de Medellín. Es un sitio de reunión en donde se vende comida y licor y los músicos cuadran los asuntos con sus clientes. Tal vez el primer presidente que tuvo ese centro fue Jorge Valle. Un día de los años sesentas llegó alicorado al Camc un conocido tenor llamado Jairo V. a pedir que le fiaran un cierto consumo que iba a hacer allí. El mesero le consultó a Jorge Valle, y éste respondió que no se podía fiar a nadie, porque así estaba estipulado en el reglamento. En los días siguientes Jairo V. fue varias veces al bar Primero de Mayo y a El Escorial, buscando a Jorge Valle para pegarle. Hay que mencionar que el conocido tenor era mucho más joven y fornido que el romancero. La última vez que fue a buscarlo, tuvieron que esconder a Jorge en uno de los baños del Primero de Mayo.  Afuera Alberto calmaba, empleando todo tipo de razones y artimañas, al famoso tenor. Jairito, no golpees al viejo; piensa que él no quiso ofenderte, no le hagas daño; eso son bobadas. Con esas palabras el agresor se  fue calmando, se retiró y nunca más trató de molestar a Jorge.

Panzuto era un famoso futbolista argentino que jugó en Colombia en la década de los sesentas. En Envigado había un taxista que se parecía mucho al futbolista; era algo grueso, de cara ancha y tenía una amplia calva. Debido a esa semejanza lo empezaron a llamar Panzuto. El taxista rápidamente empezó a incrementar su patrimonio. Ya era un señor que tenía varios guardaespaldas a su servicio y, como suele suceder en tales casos, poseía vehículos grandes y lujosos. Seguramente estaba exportando alguna mercancía hacia los Estados Unidos. Una vez, llamémoslo  ahora así, el señor Panzuto, fue a El Escorial para contratar a Los Romanceros. Iba el trío hacia Envigado en el mismo carro con el señor. Atrás, a pocos metros los seguía otro vehículo lleno de hombres armados, algunos de ellos con metralleta.

Primero le llevaron serenata a una amiga de Panzuto. Luego él los condujo al parque principal de ese municipio. Allí Los Romanceros, ante la sorprendida y agradecida mirada de los concurrentes, iban de mesa en mesa tocando sus conocidas canciones. Todo corría por cuenta del ex-taxista. Trago y buena música por cortesía del envigadeño que se parecía a un famoso futbolista. Él estaba muy contento. Varias veces le pidió a Los Romanceros que le interpretaran una canción titulada “Begin the  beguine” (“Empieza la danza”). Esa pieza estuvo muy de moda en todo el mundo en otra época, y en los años cincuentas  el trío la cantaba en los clubes de la ciudad. Ahora en  los setentas la cantaban en la plaza de Envigado. Estaba tan emocionado Panzuto cuando escuchó su canción preferida que a cada rato le metía, todo agradecido, billetes gruesos a Alberto en el bolsillo del saco mientras éste la cantaba. De verdad que era un hombre muy cordial.

Varias semanas después, el señor volvió a El Escorial preguntando por Los Romanceros. Pero ellos, apenas se dieron cuenta de que él se acercaba se le ocultaron. Así sucedió otras veces más. No volvieron a trabajarle a Panzuto. Se sentían muy molestos y expuestos al peligro, trabajando escoltados por hombres armados.


viernes, 9 de enero de 2015

INVITACION A VIAJAR CON TODOS LOS GASTOS PAGADOS

Los últimos años de la década de los cincuentas y prácticamente todos los sesentas, fueron de relativa paz en la ciudad. Al empezar los años setentas la situación empieza a cambiar. Ya se oye que hay personas dedicadas a enviar a los Estados Unidos ciertas sustancias prohibidas, pero muy lucrativas. 

Una noche llegó al restaurante El Escorial un cliente de gafas oscuras, y todo él, muy elegantemente vestido. Afuera del local estaba Arturito, es decir Arturo Correa Maya. Éste era el chofer que le prestaba el servicio al trío cuando iban a dar serenatas, y además los recogía y llevaba a sus casas. Arturito estaba dando vueltas a su llavero alrededor del dedo índice derecho, cuando el señor se le aproxima y le pregunta por Los Romanceros. Adentro están, mírelos allá, le contestó el conductor, haciendo girar  su llavero. Preguntó por Alberto González, y al saludarlo lo felicitó por la voz tan maravillosa que tenía. Insistió una vez más, con mucha cordialidad, en esa voz tan especial, tan fuera de lo común. Finalmente salieron con Arturito hacia el barrio Laureles. Allí vivía el caballero de gafas negras con su amada y algunos familiares de ésta. Los Romanceros estuvieron unas dos horas cantando en ese encuentro familiar. Como a las tres de la mañana, el cliente les dijo que les pagaría todo, incluido el servicio del taxi ese mismo día, pero temprano, en el hotel Bristol. Tenía que ser a las ocho en punto, porque esa mañana él tenía que salir de prisa a emprender un viaje muy importante. Nuevamente regresaron Los Romanceros al Escorial, y Alberto decidió esperar allí hasta que fuera la hora de reclamar el pago del trabajo que acababan de hacer. Arturito se quedó acompañándolo porque para él también había dinero.

Cuando amaneció, se dirigieron Alberto y Arturito al hotel Bristol situado en la zona de la avenida La playa con Junín. A las ocho en punto arribó el caballero de los anteojos oscuros. Saludó muy amablemente a Alberto, y le ofreció un whiski. Como estaba tan cansado y quería llegar pronto a su casa, Alberto no aceptó. Sin embargo el cliente insistió, y se sentaron a una mesa. Aquí tengo su pago y el del taxista, no hay ningún problema, le dijo a Alberto. Pero primero quiero hacerte una propuesta. Cómo es posible que una voz como la tuya se esté desperdiciando aquí en Colombia. Tengo todo arreglado para que te vayas para los Estados Unidos. Con un excelente guitarrista que allí conozco formarás un dueto maravilloso; ya le tengo el nombre, se llamará “Una voz y una guitarra”. No te preocupes por tu familia. A ellos les conviene, porque tú les podrás traer dólares. Vienes varias veces a Colombia durante el año y regresas  a Nueva York. Esos viajes serán muy importantes para ti. Alberto le respondía insistiéndole  una y otra vez, que él no podía dejar por ningún motivo a sus compañeros del trío.

Entonces el hombre de las gafas oscuras empezó a levantar la voz, y a presionarlo de una manera más directa. Le dijo que  tenía toda la información sobre él, que sabía dónde vivía con su familia y le dio otros datos que sorprendieron al cantante. Alberto se fue llenando de miedo. Arturito que esperaba un poco lejos de donde se estaba produciendo la conversación, daba vueltas a su llavero alrededor del dedo índice derecho, y estiraba el cuello para no perderse ningún detalle del “negocio”. Empezó a notar Arturito, que Alberto estaba blanco y tembloroso. El romancero pensaba que en cualquier momento, aquel hombre tan insistente, le dispararía con un arma de fuego. Finalmente, de una manera amistosa, Alberto mientras se levantaba nerviosamente, dio las gracias por el ofrecimiento que se le hacía  y empezó a retirarse. El hombre le entregó de malas maneras el dinero que les debía.


En el trío, esa misma noche todos coincidieron en que los viajecitos a los Estados Unidos que el cliente de Laureles le ofreció a Alberto, tenían un fin muy diferente, al de permitirle mostrar su gran voz en el país del norte. Jorge Valle  lo único que dijo, fue “hmmm, hmmm”, mientras esbozaba una enigmática sonrisa. Durante bastante tiempo Alberto estuvo muy preocupado, temiendo que le hicieran un atentado en su propia casa o en El Escorial.

UN ROMANCERO EN TODA SU MAGNITUD



Una madrugada, luego de haber trabajado toda la noche en un club de la ciudad,  Los Romanceros se fueron al Bar Andaluz, a descansar y tomarse unos aguardientes. Enrique Aguilar es un hombre de gran estatura, altísimo. Esa noche estaban los tres sentados alrededor de una mesa del bar y Enrique, como era su costumbre, tenía las piernas bien estiradas por debajo de la mesa, de modo que su cuerpo no sobresalía mucho del nivel de la mesa, y parecía así un hombre de estatura completamente normal. Un borracho empezó a molestarlos, como molestan los borrachos. Los insultaba, se iba, regresaba,  decía incoherencias y al fin, llegó  a amenazarlos. Insistía e insistía en sus amenazas, hasta que Enrique, poco a poco empezó a desenrollarse y a pararse de su asiento. A medida que lo hacía, el beodo empezó a darse cuenta de  la estatura de su rival y cuando el músico se le paró enfrente todo erguido, el valiente borrachito se sorprendió y salió de allí todo calladito.

DIFICULTADES



Desde los primeros años de existencia del Trío Los Romanceros sus integrantes estuvieron en contacto con la situación de violencia y de inseguridad que se ha  venido presentado en el país durante tantos años.

Conservadores contra liberales

Primero fue con los años que siguieron al 9 de abril de 1948. Se desató una ola de amenazas, desplazamientos y asesinatos cuya influencia en Medellín se sintió durante varios años. El sectarismo conservador, atizado por sus dirigentes y representado  por el color azul, perseguía a los liberales, identificados a su vez por el rojo. También se presentaba el caso contrario, es decir liberales que perseguían a conservadores.
De esta manera, cuando Los Romanceros debían salir de la ciudad para presentarse en un sitio cercano pero de influencia conservadora, sus clientes les advertían que no fueran a llevar corbatas de color rojo y ni siquiera un adorno pequeñito de ese color. En el camino podrían detenerlos y al encontrarles algo rojo en la vestimenta, correrían peligro. Hoy en día no se entiende cómo pudo suceder tal cosa; pero así fue.

En el año 1948, luego de los sucesos del 9 de abril la situación política del país era literalmente aterradora. Ya se dijo que existía una división muy fuerte entre los llamados partidos tradicionales,  y como el gobierno era conservador, entonces la mayor represión caía sobre los liberales. La policía estaba al acecho para detectar y castigar todo posible intento de protesta del pueblo liberal. Es que en ese entonces había pueblo liberal y pueblo conservador, y había mucho fanatismo alentado por los jefes de los partidos. Hoy en día, aunque todavía hay liberales y conservadores,  por fortuna son cada vez menos  los que lo son por sangre o tradición.

Bueno en ese ambiente tan peligroso un día estaba Ulpiano Morales que era integrante de Los Romanceros, tomando aguardiente en un bar de la calle Calibío cercano a la iglesia de la Veracruz, llamado  Andaluz. Él era liberal y a medida que se emborrachaba, empezó a gritar,  y cada vez más intensamente “Viva el partido liberal, viva el partido liberal””. No tardó en llegar una patrulla de policías, e inmediatamente la emprendieron contra Ulpiano deteniéndolo por alborotador. Ya estaban llevándoselo quién sabe para dónde, porque en ese  entonces también había numerosas desapariciones, cuando el músico en medio de  su embriaguez tuvo un destello de inspiración. Se le ocurrió algo que lo libró de aquella detención que fácilmente pudo haber sido mortal. Echándose  la mano a uno de los bolsillos del saco, buscó nerviosamente en medio de sus papeles de identificación una fotografía que  se puede decir, le salvó la vida. Muy convincentemente  se la mostró a los agentes, diciéndoles: “¿ussstedess son bbboboss o queé, no sssaben que él y yyyo sssomos amigoss?; miren, aquiiì estoy en una fiesta que tuvimosss, yo soy músssico del presssidente Osspina. Esss que a mí me gussta charlar asssí”. Estaba mostrando la fotografía en donde aparece el Trío Los Romanceros con el Presidente de la República, el conservador Mariano Ospina Pérez. Además, la foto estaba autografiada como para que no quedara duda de la cercanía del presidente con sus músicos.


En ese mismo año de 1948 también en el Bar  Andaluz, le pusieron un frío revólver en la cabeza a Jorge Valle. Le preguntaron secamente: “¿Liberal o conservador?”. Atinadamente el músico respondió que él era extranjero y nunca se metía en asuntos políticos, ni sabía nada de eso. Así era el ambiente en esos años.

sábado, 25 de octubre de 2014

UNA SERENATA DE LA "MACUA"

Ya en la década de los setentas una noche  Alberto esperaba afuera del restaurante El Escorial la llegada de algún cliente. Mientras tanto Tulio Parra y Jorge  Valle estaban adentro sentados en una de las mesas. Apareció de pronto un hombre manejando una motocicleta pequeña, y  con mucha pericia y delicadeza se bajó de ella, ahí en toda la puerta del restaurante. Este era un cliente muy particular, que les planteó a Los Romanceros una situación excepcional que no se les había presentado en los más de treinta años de vida artística del trío. Nunca antes Los Romanceros le habían llevado serenata a un hombre, y mucho menos si el cliente era hombre también.

La Macuá era un ganadero de la ciudad de Medellín muy aficionado, entre otras cosas, a las corridas de toros y al buen vestir. Después de explicarles de qué se trataba, Los  Romanceros salieron con él rumbo a  la casa del novio. Cuando llegaron a la vivienda de su amado, se abrió la puerta y salió un joven acompañado de su madre. Esa noche cantaron todas las canciones típicas de una serenata que se lleva a la novia querida, sólo que aquí se trataba del novio querido. A pesar de lo novedoso del acontecimiento, para el trío todo salió a las mil maravillas. De allí La Macuá llevó el trío a dar otra serenata. Esta era para su mamá de crianza. Fue muy triste lo que allí sucedió. El ganadero, recostado sobre su nana,  lloraba todo el tiempo y ella cariñosamente no cesaba de consolarlo. Todo fueron quejas, dolor, lamentos, lágrimas. ” En la familia no me quieren porque soy así;  me botaron de la casa, me botaron de la casa…”. Insistía en lo mismo una y otra vez. Con gran tristeza abandonaron el lugar Los Romanceros.


MIRA QUE ERES LINDA, QUE PRECIOSA ERES.

Mira que eres linda, qué preciosa eres.

Humberto Mejía era un  cliente especial de Los Romanceros; acostumbraba llevar bastantes serenatas con el trío. Una noche del año 1972, apareció por El Escorial, acompañado de un militar elegantemente uniformado. Se trataba del Brigadier General Jesús Velásquez Carrillo, quien era el Comandante de la Cuarta Brigada desde el año 1970. Querían llevarle una serenata a la esposa del oficial, en la casa de éste situada dentro de la brigada.

Luego de la serenata, el comandante le pidió al trío que le cantaran una canción a “la mujer más bella que existe”. 

Abandonaron la casa, y se dirigieron hacia la salida de la brigada, que da a la calle Colombia.  Aquí es muchachos, dijo el general Velásquez, y les señaló a una hermosa dama, sonrosada, que mostraba una dulce sonrisa y vestía un lindo manto crema y carmelita. Llevaba cargado la mujer  un niño de brazos,  con coronita dorada como la de su madre, y de mirar inteligente. El trío escogió rápidamente la canción que le dedicarían a la señora, “Mira que eres linda”. Empezaron a cantársela de esta manera:
Mira que eres linda/ qué preciosa eres/ verdad que en mi vida no he visto una virgen/ más linda que tú/ con esos ojazos/ que parecen soles…
.

Y así continuaron, con su pequeña serenata a la mujer más especial. Ese día era la víspera de la fiesta de la Virgen del Carmen.

domingo, 31 de agosto de 2014

CONSULTORIO AMOROSO,AQUÍ LE RESOLVEMOS SU CASO

No sólo eran músicos los componentes del trío; también les tocó más de una vez, arreglar problemas de pareja. Cierta noche llegó un caballero, con sus buenos tragos encima, muy lloroso y triste. Quería que Los Romanceros le tocaran en la serenata varias canciones para agredir a su amada. Jorge Valle le dijo que, si lo que quería era insultarla, que fuera él mismo a hacerlo. El cliente respondió que eso no era lo que él realmente quería, porque él amaba mucho a esa mujer, y que él era culpable de que ella estuviera tan brava. Entonces llévele unas canciones bien bonitas, y rematamos con el bolero “Perdón”, le aconsejó Alberto. Salieron entonces para la casa de la esposa del cliente. Empezó a cantar el trío; nada que abría la puerta la señora, y el esposo lloriqueando todo nervioso. Finalmente llegó el momento de cantar la última canción “Perdón”, cuyas primeras palabras dicen así:

Perdón, vida de mi vida/  Perdón, si es que te he faltado/  Perdón, cariñito amado/  Ángel adorado, dame tu perdón/

Cuando cantaron la primera estrofa, ahí sí se abrió la puerta. Abrazados se contemplaban los reconciliados amantes. Después de recibir un “gracias muchachos”, prudentemente abandonaron el lugar Los Romanceros.

Don Antonio Henao Gaviria fue un importante periodista de la ciudad. Tuvo en su juventud la fortuna de haber sido el único reportero que transmitió en directo la tragedia en la que murió Carlos Gardel en Medellín. Henao Gaviria, acababa de llegar de los Estados Unidos, y allí aprendió que el periodismo moderno exige transmitir instantáneamente los hechos que vayan ocurriendo. Apenas supo que se habían estrellado dos aviones en el aeropuerto de la ciudad, salió a las carreras hacia ese sitio. Desde allí, y por medio de un teléfono, fue  narrando para La voz de Antioquia, todos los detalles de la tragedia que acababa de ocurrir.
También hizo historia este periodista porque probablemente fue el primero que en  Colombia hizo una transmisión en directo, en control remoto como se decía antes, de una presentación musical para varias emisoras del país. El maestro Luis A Calvo, uno de los grandes compositores colombianos de música clásica y popular, se encontraba recluido en el año 1940 en el municipio Agua de Dios, que era, hablando abiertamente, el pueblo de los leprosos. El maestro Calvo padecía la penosa enfermedad pero continuaba a pesar de eso, componiendo y ejecutando su música. Henao Gaviria, viajó a esa población, e hizo la transmisión para la Voz de Antioquia y otras emisoras nacionales, de la interpretación de algunas de sus obras que hizo el gran músico en el piano de la iglesia de Agua de Dios.

 Don Antonio tenía una hija hermosísima, rubia y esbelta. Obviamente tenía muchos pretendientes, pero su padre la cuidaba mucho, espantando “los gallinazos” que se le acercaban. Una noche, un joven fue a buscar a Los Romanceros para llevar una serenata. Cuando llegaron al sitio, y luego de abrir la novia la puerta, entró el muchacho acompañado del trío. Don Antonio Henao que estaba al acecho, dirigiéndose al enamorado le dijo como reconociendo su derrota: “¡Tuviste que asesorarte de Los Romanceros, no vergajo!”

PROHIBIDO EL DESPECHO

Prohibido el despecho

Los Romanceros tenían por norma que nunca cantarían canciones de despecho o insultantes contra la mujer. Y así lo cumplieron. Cuando salía una canción nueva, Jorge Valle estudiaba bien la letra, y si encontraba que se ajustaba a esa norma, la cantarían si se las pedían; en caso contrario, no lo harían por ningún motivo. Si alguien insistía en que le tocaran una canción de despecho, Alberto González que era quien lidiaba directamente con los clientes, terminaba recomendándoles otro conjunto que sí pudiera hacerlo.


A pesar de todo, cierta noche, no le fue tan bien al trío cuando estaban dándole una serenata a una amiga de Alfonso Mora de la Hoz. Una serenata completamente normal, hasta que se le reventó un par de cuerdas a la guitarra de Jorge Valle. Mientras éste las reemplazaba, Alfonso Mora tomó las maracas que Alberto tocaba y se puso a interpretar una canción de despecho bastante fuerte que estaba de moda en esos días, titulada “Hipócrita”.  Al poco rato salió uno de los hermanos de la novia y, como Alberto ya tenía las maracas nuevamente en sus manos, pensó que era Alberto el que le había cantado esa canción tan fea a su hermana. Empezó entonces a insultarlo y a recriminarle lo que había hecho. Afortunadamente Alfonso Mora explicó que era él mismo el que la había cantado, y que lo había hecho porque esa canción se escuchaba mucho. Afortunadamente el incidente no trascendió, por lo menos para Los Romanceros.

SERENATA




Competencia Nocturna

En la época de oro de las serenatas en Medellín, Los Romanceros trabajaban diariamente durante todo el año, con excepción del jueves y viernes santo. Normalmente en una noche daban en promedio cuatro o cinco serenatas. Había días especiales como el de la madre y el de los novios, en los que se daban más de quince serenatas.


En ocasiones se encontraban Los Romanceros cantando, y se presentaba otro conjunto que traía serenata muy cerca de donde ellos estaban. Casi siempre lo que hacía el trío era subirle “medio tonito” a sus interpretaciones. Así se lo insinuaba, con cierta graciosa malicia, Jorge Valle a Alberto González que siempre fue la voz primera, diciéndole: “Dele compadre, sáquela”,  y al otro trío o dueto no le quedaba más remedio que entrar a la casa de la novia porque quedaban opacados por Los Romanceros. Cierta noche ocurrió lo mismo con el trío ecuatoriano Los Embajadores. Sin embargo, este trío sí que  era de altísima calidad, y lo que hicieron los dos conjuntos fue ponerse de acuerdo. Un trío esperaba, mientras el otro cantaba una canción; luego le tocaba  el turno para cantar al primero, y así se fueron alternando hasta que ambos terminaron sus serenatas.

domingo, 27 de julio de 2014

AACHCHUUUU

A mediados de la década de los años sesentas, el trío efectuó un viaje para participar en unas fiestas que se celebraban en Bucaramanga. Allí estuvieron cuatro o cinco días, cantando varias veces en cada jornada. Uno de los primeros días, actuando en un recinto cerrado, alguien con el fin de crearle problemas al trío, dañó el equipo de amplificación que ellos estaban utilizando para poder ser oídos en todos los rincones. Como se dice hoy en día “les sabotearon la presentación”. Siempre existen personas que envidian el éxito de los demás, y sobre todo si el que triunfa es un forastero que viene a meterse a la casa ajena. Afortunadamente Los Romanceros estaban acostumbrados desde siempre, a “mesear”, es decir a cantar recorriendo mesa por mesa, y no necesariamente desde un escenario con micrófono a la mano. Eso hizo el trío en esta ocasión, y por suerte lograron una triunfal actuación del agrado de todos.

Sin embargo, al tercer día la garganta de Alberto González estaba muy resentida, prácticamente se le fue la voz. Tenía que hacer un esfuerzo grande para hablar, ya no digamos para cantar. Estaba tan ansioso que llamó a su esposa a Medellín para consultarle qué debía hacer. No podía seguir  cantando pero tampoco podía incumplir el contrato que tenían Los Romanceros. Ella le recordó que ya en Medellín se había presentado esa situación antes, y que Guillermo Vega el dueño de la Farmacia Santa Cruz, le había recomendado que hiciera gárgaras de petróleo, o que se lo untara directamente en la garganta con un aplicador. Parece mentira, pero de esa forma logró cantar otros días más sin forzar demasiado la voz.

 Ya en Medellín, la misma irritación de la garganta se le seguía presentando cada vez que había exceso de trabajo. Acudió al médico Horacio Muñoz Suescún, quien le recomendó que se extrajera las amígdalas, pero le advirtió  que la cirugía  podría desmejorarle un poco la calidad de la voz. Alberto no aceptó. Cuando fue a revisión algún tiempo después, y luego de haberse sometido una vez más al empírico tratamiento petrolero, el médico encontró las amígdalas en perfecto estado, sequitas. Ya no requería operarse. Alberto no le contó cuál había sido el remedio milagroso; secreto profesional, como se dice. De esta manera, el trío siguió contando con la primera voz que siempre había tenido, por quince años más. 

A propósito de lo anterior, fueron muy pocas las veces que los Romanceros dejaron de trabajar por problemas de salud. Las gripas normales las que nos dan a todos los mortales, las sobrellevaban sin incapacitarse. Siempre estaban en El Escorial, esperando a sus clientes, lloviera, tronara o estornudara. Más de una vez Jorge Valle padeció el virus de la hepatitis. Sin embargo, la debilidad no le impidió estar con sus compañeros ilusionando con sus canciones a las noviecitas de Medellín. Cuando sí no pudo la buena voluntad vencer a la enfermedad, fue en aquella ocasión en que una epidemia de paperas se desató en buena parte de la ciudad. En la década de los cincuentas era muy común que vinieran olas de gripa asiática o de poliomielitis, o de tos ferina, o de sarampión, o aun viruela. En el año de 1955 las paperas contagiaron a toda la casa de Alberto González, que más que una casa terminó convertida en un hospital. Durante cinco días dejaron de trabajar los Romanceros porque, cantar teniendo paperas, sí debe ser muy difícil. Finalmente una tarde, cuando apenas empezaba la convalecencia, Alberto se afeitó, se arregló, y salió. Debía cumplir con el compromiso que el trío tenía en una emisora de la ciudad.

En otra ocasión fue Tulio Parra quien sufrió una caída desde un techo que estaba reparando. Se fracturó varias costillas, y quedó bastante maltratado. Con todo el tórax vendado y fajado, siguió trabajando con  el trío, hasta que varios meses después desparecieron todas sus molestias.

Una noche cuando el trío tenía que animar una elegante celebración en la casa de uno de sus clientes, ocurrió un accidente de esos que, por las llamadas leyes de Murphy, sólo pueden ocurrir en el instante menos indicado: “Si algo va a fallar, lo hará en el momento más inoportuno”. Alberto González ya tenía todo bien dispuesto para la presentación. El traje del uniforme azul oscuro  había sido bien lavado y planchadito en la Lavandería Suprema.  Los zapatos relucían, y los blanquísimos puños de la camisa servían de fondo para las más sobrias y elegantes de las mancornas  que  Alberto poseía. El pelo lucía onduladito y brillante con su “Gomina Glostora””  y hasta las  mismas uñas, recortaditas y esmaltadas,  hablaban de la elegancia de su dueño.

Todo muy lindo hasta que en la comida del anochecer, uno de los dientes incisivos superiores, es decir, de aquellos que más se ven cuando uno habla o canta, resolvió abandonar la boca de Alberto, y fracturado cayó partido en varios pedacitos. Pocas cosas son más chocantes que ver a alguien elegantemente vestido,  exhibiendo uno o más agujeros en su vistosa dentadura. Tenía que hacerse  algo de prisa. Ya no había tiempo de ir a donde un odontólogo, y además en esa época no existían las hoy llamadas pomposamente “Urgencias Odontológicas Nocturnas”. Por fortuna, en ese entonces no se vendían arepas en paquetes, sino que cada familia compraba el maíz, lo cocinaba, lo molía, y asaba sus propias arepas. Inteligentemente a alguien en la familia se le ocurrió ir a la cocina, y buscar entre los granitos de maíz blanco, uno que fuera parecido al diente desertor. Unos parecían piedritas, otros, muelas y unos pocos tenían apariencia de diente. De estos últimos salió el salvador. Una vez hallado el sustituto, faltaba pegarlo. Ni silicona, ni pega-loca se había inventado todavía. Pero sí había chicle. Con un poco de chicle, ligeramente usado, el diente vegetal podía sostenerse en su sitio, por lo menos a ratitos, y así tapar, disimulada y transitoriamente, el inoportuno portillo. Además la mano colocada al frente de la boca, como hacen los intelectuales cuando quieren dar la apariencia de que  están pensando concienzudamente  lo que  van a decir a continuación, pudo ayudar a Alberto a pasar esa noche sin que se dieran cuenta de la teclita blanca que faltaba en su dentadura.